¿Cómo ha llegado un cristo mexicano del siglo XVII a Alcalá?

Un crucificado del siglo XVII y que tiene su origen en México se ha incorporado al patrimonio artístico y devocional[…]

Un crucificado del siglo XVII y que tiene su origen en México se ha incorporado al patrimonio artístico y devocional de Alcalá. Ya recibe culto en el convento de Santa Clara, de forma que tras un largo y complejo periplo histórico, la ciudad recupera una devoción histórica pérdida, la de la Vera Cruz. Pero, ¿cómo llega una imagen del XVII desde México a Alcalá? Es un largo recorrido que ahora ha culminado con la bendición del crucificado. En esa época la demanda de imágenes de culto era enorme. Había un gran mercado que abastecer, que también requería obras de bajo precio. Era la época en la que se mantenía un comercio pujante con las Indias y en la que se creó un mercado global entre la metrópolis y las colonias.

En América, los indios poseían una técnica para elaborar a sus ídolos. Lo hacían con telas y pasta de maíz, con las que iban dándole forma, dejándolos huecos por dentro. Eran así poco pesados y podían llevarlos a la batalla. La imagen es de tamaño natural, hueca y clavada con tres clavos. Cristo aparece muerto, con la llaga en el costado que mana abundante sangre, siendo este el detalle más cruento de la representación que también presenta regueros de sangre en la frente, los hombros, las manos y los pies. La cabeza inclinada sobre el hombro y los ojos entreabiertos. Tiene un mechón que cae en vertical junto al rostro. El sudario se anuda al lado derecho donde cae un paño en vertical que parece pudo haber sido añadido en época posterior.

Lo primero que se hizo para recuperarla fue una completa serie de análisis de materiales, pruebas, radiografías, para conocer el mayor número posible de datos antes de empezar a actuar sobre ella. Después empezó el proceso de consolidación de las diversas partes y el ensamblado. Ha sido necesario recomponer algunos trozos que faltaban sobre todo en las rodillas para lo que se han empleado los materiales más similares posibles a los de la imagen.

Publicidad

Quedaba la policromía. Los análisis habían indicado la presencia de varias capas. La imagen no tenía cruz. El sacerdote Manuel Ángel Cano se encargaría de ello en los talleres de carpintería de AFAR, la obra social que fundó en Alcalá. La primera que se hizo resultaba muy pesada al ser maciza, así que de nuevo Manuel Ángel se puso manos a la obra y creó una cruz hueca. La advocación elegida tiene un especial significado en la localidad. La Vera Cruz está presente en la mayoría de las localidades, pero no en Alcalá. La hubo durante siglos con su correspondiente cofradía y gozó de gran devoción en la figura de un crucificado del que no se tienen datos. Ahora se rescata un trozo de la historia de la localidad con recuperación de esta advocación para una imagen de culto.

Más información

En portada

Noticias de