La gran belleza del Renacimiento en Venecia llega al Museo Thyssen

Fuera de Venecia, Madrid atesora el mayor conjunto de pintura veneciana del Renacimiento, gracias, sobre todo, a la pasión que[…]

Fuera de Venecia, Madrid atesora el mayor conjunto de pintura veneciana del Renacimiento, gracias, sobre todo, a la pasión que tenían por ella algunos de nuestros monarcas. Felipe II sentía devoción por Tiziano. Así, el Prado atesora hoy una fantástica colección de unos 70 Tizianos, además de 20 obras de Tintoretto, 16 de Veronés... A las colecciones del Prado se suma, desde el próximo día 20, el Museo Thyssen con su nueva exposición temporal, que reúne otras 89 obras (pinturas, esculturas, grabados y libros), bajo el título «El Renacimiento en Venecia. Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura», patrocinada por la Fundación Abertis. Al Paseo del Prado solo le falta este verano el Gran Canal y algún gondolero, porque arte veneciano, lo tiene de primera y a raudales. De la selección se ha encargado Fernando Checa, exdirector del Prado y comisario de la muestra.

«Retrato de Francesco Maria della Rovere, duque de Urbino», de Tiziano
«Retrato de Francesco Maria della Rovere, duque de Urbino», de Tiziano- GALERÍA DE LOS UFFIZI, FLORENCIA

Tras una oscura Edad Media, en la que el arte tenía una marcada función religiosa, el Renacimiento supuso una explosión de belleza artística. Quiso el destino que en el siglo XVI se concentrara en Italia más genio y talento que en muchos países en toda su historia. Por un lado, los renacentistas romanos y toscanos, con Leonardo, Miguel Ángel y Rafael a la cabeza. Por otro, los renacentistas venecianos: Giorgione, Carpaccio, Tiziano, Tintoretto, Bassano, Veronés, Sebastiano del Piombo (aunque éste acabó cambiando de bando)... ¡Eso es una alineación de lujo y no la de la Juventus! Mientras los primeros apostaban por un clasicismo dominado por el dibujo y el intelecto, los segundos, en cambio, se centran en el color y la sensualidad. En sus «Vidas», Vasari recrimina a los pintores venecianos descuidar gravemente el dibujo. Esta batalla entre color y dibujo en el arte continuaría siglos después: ¿Rubens o Poussin? ¿Ingres o Delacroix?

Detalle de «Retrato de un joven en su estudio», de Lorenzo Lotto
Detalle de «Retrato de un joven en su estudio», de Lorenzo Lotto- GALERÍA DE LA ACADEMIA, VENECIA

Color y sensualidad

Pues bien, un estallido de color y sensualidad es lo que hallamos en las salas del Museo Thyssen. Junto a joyas de su colección, como el monumental «Paraíso» de Tintoretto -ha sido descolgado del vestíbulo- o «Joven caballero en un paisaje» de Carpaccio, añade préstamos excepcionales. Entre ellos, el espléndido «Rapto de Europa», de Veronés, que solo había salido una vez del Palacio Ducal de Venecia y fue para exhibirse en Verona. Encargado por Giustiniani, es una de las pinturas más importantes de todo el Renacimiento. Asimismo, destacan el «Retrato de un joven en su estudio», de Lorenzo Lotto (Galería de la Academia de Venecia) -su mejor obra y uno de los grandes retratos del Renacimiento-; «Retrato de un joven», de Giorgione (procedente de Budapest); «Retrato de una mujer (La Bella)» y «Retrato de Francesco Maria della Rovere», ambos de Tiziano y joyas de los Uffizi de Florencia; «La Virgen del conejito», de Tiziano (Louvre)...

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Checa reflexiona en la muestra sobre cómo la pintura veneciana del Renacimiento crea una idea propia de belleza. El recorrido, que arranca con un bizantino y orientalizante «Retrato del dux Giovanni Mocenigo», de Gentile Bellini (padre de la pintura veneciana), depara momentos emocionantes. Por un lado, la belleza de jóvenes melancólicos, aficionados a la lectura, la música, la meditación... «Es un tema que no se ha tratado mucho», puntualiza el comisario. En una pared cuelgan juntos retratos pintados por Licino, Cariani y Giorgione. De este último, pintor de culto y con escasa producción, solo se exhibe esa obra. Iconos como «La tempestad» -en las colecciones de la Academia de Venecia- no suelen prestarse nunca.

La mujer, bella y pecadora

«Retrato de una mujer (La Bella)», de Tiziano
«Retrato de una mujer (La Bella)», de Tiziano- GALERÍA DE LOS UFFIZI, FLORENCIA

Por otro lado, la mujer, bella pero también pecadora: Venus, María Magdalena... Además de las tres Magdalenas de Tiziano, de las que hablaremos más adelante, luce una espléndida galería femenina de hermosas y carnales jóvenes, pintadas por Palma el Viejo, Sebastiano del Piombo (que se ha medido a Miguel Ángel en una polémica exposición en la National Gallery de Londres), Tiziano, Veronés... También está presente la naturaleza idealizada en hermosas pastorales venecianas de Jacopo Bassano o el brillo del poder militar reflejado en las armaduras de fieros guerreros en espectaculares lienzos de Tiziano o Carpaccio. Al igual que con Giorgione, echamos de menos más obra de Carpaccio en la exposición (solo cuelga una, de la colección del Thyssen). En Venecia hay estupendas obras del maestro (en Santa Úrsula, San Giorgio degli Schiavoni, San Giorgio Maggiore, la Academia...)

Sí está muy bien representada en la muestra la «santísima trinidad» del Renacimiento veneciano: Tiziano, Veronés y Tintoretto, precursores del Barroco y grandes rivales, como quedó patente hace unos años en una exposición en el Louvre. «Son los que tuvieron más éxito, pero no se reduce a ellos», advierte Fernando Checa. Le pedimos que destaque una cualidad de la pintura de cada uno de ellos. Se lo piensa, no le resulta fácil: «El dramatismo de Tintoretto, la teatralidad de Veronés y la sensualidad de Tiziano», dice finalmente.

En sus últimos lienzos el color, que destruye la forma, se diluye en manchas, borrones, y la pintura se torna más dramática y abstracta. Velázquez, Rubens, Rembrandt, Goya, El Greco (se hizo pintor en Venecia)... fueron seducidos por la pintura veneciana, que anticipó la abstracción. «Rothko, Bacon y Freud no se entienden sin Venecia», comenta Checa. Picasso, en cambio, bebe de la tradición francesa: Ingres, Poussin... En una última sala cuelga en solitario un emotivo «Cristo crucificado» de Tiziano, préstamo del Monasterio de El Escorial y paradigma de la destrucción de la pintura a través del color.

Aportaciones científicas

«Joven caballero en un paisaje», de Carpaccio
«Joven caballero en un paisaje», de Carpaccio- MUSEO THYSSEN

Toda exposición que se precie, aparte de reunir grandes obras, debe presentar alguna aportación científica en su catálogo. En este caso, no es una sino dos. En primer lugar, Augusto Gentili ha logrado identificar al hasta ahora anónimo personaje que protagoniza el «Joven caballero en un paisaje», de Carpaccio, uno de los iconos del Museo Thyssen. Tras una ardua investigación, Gentili desvela el escudo de armas de una familia patricia veneciana (los Gabriel) e incluso le pone nombre (el capitán Marco Gabriel, gobernador en Modone). Para él, es un cuadro alegórico del héroe muerto. Nos cuenta su historia y en su bragueta Gentili descubre unas cartas dobladas, las últimas en las que el capitán pedía auxilio, pero nunca llegó a enviar.

Por otro lado, en una pared de la muestra cuelgan juntas tres «Magdalenas» vestidas de Tiziano. Dos son muy conocidas, procedentes del Ermitage de San Petersburgo y del Museo di Capodimonte de Nápoles. La primera la mantuvo el maestro veneciano siempre consigo. Se cuenta que murió abrazado a ella. La segunda fue un encargo del cardenal Farnesio.

Detalle de «María Magdalena», de Tiziano
Detalle de «María Magdalena», de Tiziano- COLECCIÓN PRIVADA

La tercera en liza es una pintura inédita que se halla en una colección privada de Barcelona. Ha sido declarada inexportable. Se pensó que podía ser la «Magdalena» de Felipe II, hoy perdida, que Tiziano pintó en 1565, pero no es posible, pues se pintó hacia 1540, quizás para Alfonso de Ávalos, un noble napolitano. Aunque advierte que aún está la atribución abierta a discusión, Checa sí cree que es de Tiziano.

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