La tragedia que viene en las gestoras de fondos

Las hay que ya no pueden más. Han hecho sus deberes y lo hacen mejor que la media, pero se[…]

Las hay que ya no pueden más. Han hecho sus deberes y lo hacen mejor que la media, pero se mueren de inanición. Son las gestoras independientes de fondos de inversión de pequeño tamaño, en las que sus gestores ligan la suerte de su clientes a la suya propia. Dicho de otra manera, su cartera es la misma de aquellos de cuyas comisiones viven.

La fuga de clientes es de tal calibre en el sector -9.600 millones al cierre de octubre, la mayor de la historia- que el patrimonio gestionado ya no llega al mínimo exigido para salir adelante. Donde los grandes liquidan fondos o los fusionan, los pequeños no van a tener más remedio que echar el candado.

La situación es igual que la de aquellos empresarios de pro, dueños de unas pymes bien gestionadas y competitivas a las que las crisis crediticia ha dejado sin circulante. No pueden descontar papel comercial en los bancos y después de reducir tamaño acaban suspendiendo pagos, totalmente ahogadas.

Por el camino van a quedarse excelentes profesionales y proyectos que en condiciones normales habrían creado en cuatro o cinco años una industria independiente de primer orden. Ha habido movimientos. Nordkapp ha adquirido Gestifondo y una firma de solera como Interdín negocia su integración con otro grupo. Es sólo el principio, una pequeña muestra de lo que está por llegar.

El problema es que el túnel de las gestoras de fondos es de longitud desconocida y no se filtra una pizca de luz entre sus abultadas paredes. En año y medio, el patrimonio ha caído en 75.000 millones de euros. Dicho de otra forma, sobran profesionales y firmas enteras. Más de una gestora internacional está preparando las maletas o dejando en una oficinita de representación lo que era una estructura con todas las letras en España. El problema no es la que ha caído y sigue cayendo sobre el sector; lo realmente grave es que los responsables de la industria saben que esto va para largo y que  recuperar las cifras de hace año y medio es casi una quimera.

En estas fechas de cierre de presupuestos anuales y de objetivos, en las firmas ya no se debate como era tradicional cuáles son las retos de captación de nuevos clientes y los incentivos a los profesionales. Los jerifaltes han sacado la tijera y el objetivo número uno es adecuar las estructuras de costes a la realidad de un negocio que amenaza ruina. Lo de la calidad de la gestión es otra historia. Con los mercados más complicados que nunca, esta es la hora de los mejores gestores. Lástima que muchos de ellos puedan demostrar su valía porque sus proyectos no dan más de sí. La máquina podadora está en marcha.

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