Oro y energía contra Ucrania y la inflación

Entre los ETF europeos sostenibles dos productos especializados en oro se destacan por resistir en positivo a pesar de Ucrania. También lo hace otro de energía

En tiempos de incertidumbre en los mercados financieros, los inversores buscan activos para protegerse. Tradicionalmente, el oro ha sido uno de estos refugios, mientras que las energías renovables se van convirtiendo poco a poco en dignas herederas del metal precioso gracias al empuje de la transición hacia una economía ‘descarbonizada’.

Son varias las actuales amenazas para los mercados. En primer lugar, la persistencia de una inflación descontrolada. En los Estados Unidos, el último dato de enero fue el más alto desde 1982. En España, recientemente se conoció que el índice de precios al consumo (IPC) se disparó hasta el 7,4 por ciento en febrero, el nivel más alto en más de 30 años.

La crisis energética que asola Europa en los últimos meses tuvo mucho que ver debido a las subidas en el precio de la energía. Algo que se ha recrudecido con la guerra en Ucrania, provocando aún más inestabilidad en la renta variable. Pero existen alternativas para sobrevivir a un entorno complicado, y cada vez más dentro de la inversión ESG.

Dos fondos cotizados -ETF- con mandato sostenible, que replican acciones relacionadas con el oro, acumulan un retorno positivo tanto en el último año como en el último mes, plena escalada del conflicto bélico.

A ellos se suma otro ETF, centrado en renovables, también sostenible, según los registros de Bloomberg, y tiene una revalorización similar. En otras palabras, refugios sostenibles para tiempos difíciles.

Oro: ganar en 2022 es posible

“Uno de los activos que mejor rentabilidad está ofreciendo en 2022 es el oro físico. En lo que va de año, el metal amarillo ha producido unas altas rentabilidades del 7,1 por ciento hasta febrero, que contrastan con los bajos rendimientos obtenidos por gran parte del mercado bursátil, con la renta variable europea con un 7 por ciento negativo”, explica en un comentario Kevin Koh, responsable de asignación de activos de Finizens. 

“Es el activo refugio por excelencia ante situaciones de gran incertidumbre como las que estamos experimentando. Ha demostrado ser especialmente eficaz ante crisis pronunciadas como la de 2008, la del Covid o incluso la guerra de Rusia y Ucrania”, detalla el analista.

El ETF Auag ESG Gold Mining (ticker: ESGO) y el L&G Gold Mining (AUCO) acumulan una revalorización superior al 8 por ciento en lo que llevamos del año. Solo en estos primeros días de marzo, pese al aumento de las tensiones con Rusia y su efecto en los mercados, han sumado un 2 por ciento. 

El primer producto, lanzado en julio del año pasado, reduce las ganancias al 2 por ciento desde su estreno, mientras que el segundo dispara su rendimiento y ofrece un retorno del 10 por ciento en el último año natural, esquivando a su vez el impacto de otra de las grandes -aunque cada vez menos relevante- amenazas para las bolsas: la crisis del Covid-19.

La revalorización del ETF de la gestora sueca Auag, fundada en 2019 bajo el precepto de “crear conceptos financieros ‘friendly’ con un fuerte enfoque en metales preciosos”, replica el índice Solactive Gold Miners, y cuenta con más de 5 millones de dólares en activos.

Más de la mitad de la cartera está distribuida en cotizadas de Canadá, mientras que África (con un 18 por ciento, principalmente en empresas sudafricanas) y Estados Unidos (con un 12 por ciento) son las otras regiones que más espacio ocupan.

La exposición se concentra en empresas mineras. Agnico Eagle Mines tiene el mayor peso, con un 7 por ciento del total. Si bien sus acciones ganan un 1,7 por ciento en el año, en el último mes se han revalorizado más de un 9 por ciento. Casos similares a los de Gold Fields, Anglo American Platinum o Yamana Gold, que representan respectivamente una exposición del 4 por ciento.

El ETF de la gestora británica L&G, por su parte, tiene un volumen de activos muy superior, con más de 173 millones de dólares de patrimonio. Su cartera está principalmente expuesta a tres compañías que representan más del 40 por ciento: la estadounidense Newmont; la canadiense Barrick Gold y la sudafricana Anglogold Ashanti.

En común, las acciones de estos valores acumulan una revalorización a doble dígito tanto en 2022 como en el último mes, con rendimientos que superan el 20 por ciento en el caso de las dos últimas compañías.

Renovables: otra vía para resistir

Más allá de los metales preciosos, las acciones energéticas renovables han ido ganando terreno este año como cobertura tras las correcciones que registraron en 2021. 

El ETF Xtrackers MSCI Europe Energy ESG Screened (ticker XSER) de la gestora alemana DWS refleja este cambio de tendencia. En el último mes, su revalorización supera a la de los ETF de oro, con más de un 3 por ciento de ganancias. Ampliando el horizonte, también queda por encima, con un 12 por ciento en este 2022 y un 28 por ciento en el último año.

Se trata de una selección de entre 20 y 35 valores que dotan al fondo de un patrimonio superior a los 84 millones de dólares. 

Pese al buen comportamiento en mitad de la guerra, las empresas que más espacio ocupan en cartera han estado especialmente expuestas al conflicto con Rusia.

TotalEnergies, que representa más del 25 por ciento, ha perdido un 5 por ciento en el último mes envuelta en la polémica por no abandonar sus activos rusos; la energética francesa sí matizó, no obstante, que no invertiría más capital en el país.

La italiana Eni, con una exposición del 17 por ciento, también ha registrado pérdidas en este periodo.

La británica BP y la noruega Equinor que sí anunciaron su salida de Rusia– compensan estas caídas con retornos positivos en el último mes. Entre ambas, ocupan más de un 28 por ciento.

Repsol, la quinta empresa en cartera con un 8 por ciento, acumula buenos retornos en el último mes después de que la energética vasca completara su salida de Rusia antes del conflicto, el pasado enero, y beneficiándose a su vez de los altos precios que ha alcanzado el petróleo por la escalada del conflicto.

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