Las gestoras dudan de la viabilidad del plan de independencia del gas ruso

El plan RepowerEU de la Comisión pretende reducir la mayor parte de las importaciones de gas ruso. Pero es una estrategia con retos importantes en la que es EEUU quien gana

A finales de marzo, la Comisión Europea (CE) presentó su estrategia RepowerEU, diseñada para reducir la dependencia del gas ruso.

La ambición de Bruselas pasa por eliminar dos tercios de las importaciones europeas del gas que distribuye Rusia. Es, además, una forma de sancionar al Ejecutivo de Vladímir Putin a raíz de la escalada de precios de los combustibles fósiles derivada de la guerra de Ucrania.

Materias primas como el petróleo y el gas se han disparado a causa del conflicto, profundizando en la crisis energética que arrastraba Europa en los meses anteriores al inicio de la invasión.

La subida de los precios ha motivado la estrategia de la CE para reducir su dependencia de Rusia, pero despierta dudas entre la industria de la gestión de activos, ya que las gestoras consideran que, aunque ambicioso, se trata de un plan que presenta una serie de retos difícilmente abordables en el corto plazo. Si bien acelerará la transición energética, las previsiones apuntan como ganadoras a las empresas estadounidenses.

Encontrar alternativas

Antes de la invasión de Ucrania, Europa ya había ido reduciendo progresivamente el consumo de gas ruso gracias a la importación de gas natural licuado (GNL). España, por ejemplo, compraba a países fuera de las fronteras europeas como Argelia, mientras que Estados Unidos es otro de los mayores proveedores del Viejo Continente.

Este es uno de los principales objetivos de RepowerEU, encontrar alternativas a la compra de energía a Rusia, aunque conlleva dificultades. A largo plazo, la Unión Europea (UE) quiere adquirir 50.000 millones de metros cúbicos (mmc) anuales a Estados unidos, que se sumarían a los 22.000 mmc que suministra actualmente y a los 37.000 millones previstos hasta finales de este año.

“El problema es que Estados Unidos no puede ofrecer un suministro tan amplio, y Europa está compitiendo con otros países por los cargamentos de GNL”, apunta Mark Lacey, gestor de carteras de energía global de Schroders.

El mercado mundial de GNL roza actualmente 400 millones de toneladas anuales, según cálculos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), y se recortarán en 50.000 toneladas a causa de la guerra, a medida que en la próxima década países como China y la India aumentarán su capacidad de importación. Algo que reduce, además, las capacidades europeas.

“Otro obstáculo es que el GNL, como su nombre indica, es líquido y para poder utilizarlo hay que volver a convertirlo en gas. Se trata de un proceso llamado «regasificación», y Europa tiene muy poca capacidad de regasificación de GNL”, detalla Mark Lacey.

Bruselas también quiere aumentar, a través de RepowerEU, las importaciones de gasoductos no rusos en 10.000 mmc, pero “resultará muy difícil sin un mayor desarrollo de yacimientos”.

Más almacenamiento y acelerar en renovables

Reponer el almacenamiento de gas de cara al próximo noviembre es una de las soluciones que plantea RepowerEU a los problemas de suministro.

Los niveles de almacenamiento en Europa rondan el 25 por ciento, mientras que Bruselas considera que puede llegar al 80 por ciento antes de finales de año.

“Las cifras están por debajo de lo normal, pero por encima de los mínimos de 2018. Europa depende ahora en gran medida de los volúmenes de GNL importados para satisfacer sus necesidades energéticas y el plan de acción REPowerEU acelerará la transición hacia nuevos proveedores de menor riesgo”, explica Alexander Monk, analista global de Schroders. “No hay respuestas fáciles para Europa cuando se trata de sustituir el gas natural”, anticipa.

Serán los productores de gas de Estados Unidos, “preparados para estar a la vanguardia”, los que se beneficiarán de la búsqueda de alternativas de Bruselas para la compra del combustible, de acuerdo al analista.

La Comisión quiere aprovechar la tesitura para reducir la demanda de gas en más de 20.000 mmc a través de la generación de energía renovable, otro de los objetivos introducidos en RepowerEU. Sin embargo, Alexander Monk señala que el gasto de capital europeo en estas alternativas “está muy por debajo de lo que se necesita para cumplir con los objetivos planteados”.

“Echando un vistazo de cerca a RepowerEU, la Comisión observa que el plan europeo para la transición verde Fit for 55 prevé la duplicación de la capacidad fotovoltaica y eólica para 2025, triplicándose para 2030, ahorrando el consumo anual de gas”, recuerdan los analistas de Bank of America (BofA) en un informe reciente. De nuevo, esto entraña dificultades para el objetivo europeo de reducir su dependencia.

Supervisar otros mercados

Bruselas apunta en RepowerEU que la Comisión, los Estados miembros y la industria deben seguir supervisando de cerca el suministro de energía y materias primas, además del ya sabido aumento de la capacidad de almacenamiento.

“Desde la perspectiva de los metales, esta observación es fundamental”, explican en BofA, cuyas estimaciones apuntan a que la demanda provocará un aumento importante de la extracción anual de cobre y plata, principalmente.

“Los planes de la UE impulsará el crecimiento del consumo mundial en alrededor de un 2 por ciento. ¿Significa esto que los planes sean poco realistas? No necesariamente, pero debe haber un gran esfuerzo para impulsar el crecimiento de la oferta”, cuestionan los analistas.

Las dificultades para disminuir el número de importaciones de gas se han recrudecido en la última semana, después de que Rusia aplicase el veto de compras a países como Polonia y Bulgaria.

Así, la interrupción del suministro de gas ruso a Europa se está convirtiendo en un «riesgo creciente», pero no está tan claro de qué lado se detiene el flujo. «Alemania e Italia serían los más afectados, las necesidades de apoyo fiscal serían grandes en todas partes. Seguimos siendo cautelosamente optimistas», argumentan en BofA.

El veto ruso, otra piedra en el camino

En marzo, durante la cumbre de emergencia europea de Versalles, precisamente Polonia, junto a otras regiones como los Estados bálticos, presionaron para cortar el suministro de gas ruso. Otros gobiernos como Alemania, Italia y Hungría pidieron que el cese se produjera de forma escalada, debido al ‘shock’ que provocaría en sus economías. 

“Finalmente se pudo encontrar un consenso sobre una paulatina reducción de la dependencia de las importaciones rusas”, explica Stepháne Deo, jefe de estrategia de Ostrum, una de las gestoras de Natixis.

“Aunque las explicaciones de la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, siguen siendo pobres, anunció que quieren alcanzar este objetivo en 2027, recomendando medidas urgentes en materia de regulación de precios, ayudas estatales y fiscalidad para los hogares más afectados y negocios”, detalla.

“El corte por parte de Rusia es una amenaza y una escalada para los principales compradores restantes de gas en Europa. Esta amenaza reinyecta una buena dosis de incertidumbre”, señala Norbert Rucker, jefe de investigación de Julius Baer.

En cualquier caso, el analista apunta que, a más largo plazo, es probable que la escalada solo acelere las acciones europeas para dejar el gas ruso. Todo pasa por el éxito o fracaso del plan RepowerEU, cuyos primeros resultados serán visibles en unos pocos meses.

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