El activismo aprovecha la guerra en Ucrania para recuperar el veto al gas

92 plataformas activistas envían una carta abierta a la industria financiera para exigirles el compromiso de excluir al gas de los fondos sostenibles y romper la dependencia de Rusia

Las gestoras están viéndose presionadas para incluir al gas en la lista negra de los fondos ESG, moviéndose al contrario de la propuesta de la Comisión Europea en la taxonomía verde, y tomando como excusa el problema del exceso de dependencia de Europa del gas ruso, que ha puesto de manifiesto la guerra en Ucrania.

En una carta firmada por 92 plataformas activistas, incluidas Reclaim Finance, Greenpeace y Urgewald, estos grupos piden a las inversores que se “comprometan públicamente” a excluir el gas de los fondos y programas de bonos que llevan una etiqueta ESG.

Los firmantes insistieron en el error que supone incluir la propuesta europea de considerar el gas como un activo sostenible «anticientífico e injusto». 

La Unión Europea está en camino de sumar el gas y la energía nuclear energía a su taxonomía de actividades sostenibles, destinada a servir de guía de inversión en torno a los criterios ambientales, sociales y de gobernanza.

Bruselas argumenta que la medida es necesaria para ofrecer a los Estados miembros una energía de transición, a medida que abandonan el carbón y dan paso a las renovables. 

Pero el plan ha recibido duras críticas de los activistas climáticos, inversores e incluso algunas naciones de la UE, entre ellos España.

Unas críticas se han vuelto aún más fuertes desde el 24 de febrero, tras la invasión de Ucrania orquestada por Vladímir Putin, que ha puesto sobre la mesa un gran agujero de seguridad en la forma en que Europa depende del gas ruso.

Con cerca del 40 por ciento de su gas natural procedente de Rusia, la UE ahora está compitiendo para reducir esa exposición, y el activismo climático considera que la exclusión de los combustibles fósiles de la taxonomía verde debe ser un paso obvio. 

Democracia vs autocracia 

“La decisión de la UE de calificar el gas fósil como sostenible allana el camino para una renovada dependencia del gas fósil y da credenciales ‘verdes’ a sus productores”, dijo Paul Schreiber, de Reclaim Finance. 

“Los países democráticos deben reducir rápidamente su adicción a los combustibles fósiles para tirar de la manta de productores de combustibles fósiles con Gobiernos autoritarios como Rusia”, añadió.

Al mismo tiempo, se prevé que los precios del gas continúe su ascenso meteórico, ya que la demanda europea de entregas no rusas se resquebraja a través de los mercados globales. 

En su carta, las organizaciones activistas instaron a la industria financiera también a excluir los activos nucleares de los productos de inversión ESG, dadas las preocupaciones en torno a la seguridad y los desechos atómicos. Y señalan que los riesgos de seguridad también son significativos, con Rusia produciendo alrededor del 35 por ciento del uranio enriquecido del mundo para la energía nuclear reactores 

Como mínimo, los administradores de activos deberían mantener el gas y nuclear de todos los llamados fondos del Artículo 9, la mayor categoría sostenible dentro del Reglamento de Divulgación (SFDR) europeo, según dijeron las plataformas.

La UE reconoce que llevará tiempo

Mientras tanto, el responsable climático de la UE, Frans Timmermans, ha reconocido que es probable que algunos estados miembros tarden más tiempo en abandonar el carbón por la guerra, socavando el argumento del Ejecutivo comunitario de que el gas sirve como un trampolín en la transición a la energía limpia. 

Pero, a pesar de la oposición, parece muy complicado que el gas y la nuclear no acaben dentro de la taxonomía sostenible. Se requeriría la abrumadora oposición de los países miembros de la UE o de la mayoría de los legisladores en el Parlamento Europeo para revocar la decisión. Los legisladores pueden tener aún al menos cuatro meses para evaluar la decisión. 

Una reciente encuesta de Barclays señala que la mayoría de los clientes estarían dispuestos a comprar bonos verdes para financiar la energía nuclear, mientras que casi la mitad estaría abierta a proyectos de gas natural; destacando el desafío para convencer a los inversores de adoptar una definición más pura de verde.

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