La guerra en Ucrania refuerza a los detractores de los rating ESG

MSCI acaba de aprobar una reducción en cascada de calificaciones ESG para las empresas rusas que formaban parte de su índice best-in-class en emergentes

La crisis financiera desatada por Lehman Brothers supuso un antes y un después en la confianza del mercado sobre las agencias de calificación. La falta de capacidad de predicción del riesgo real de los activos ligados a las subprime, puso en cuestión a un sector que, sin embargo, se ha rehabilitado completamente al menos en lo que se refiere al análisis de crédito.

Porque con el ataque de Rusia a Ucrania lo que se está cuestionando (otra vez) es la excesiva dependencia de la industria de la inversión responsable de los rating ESG y de su propia utilidad para poder medir con solvencia los riesgos en sostenibilidad (en este caso estarían especialmente relacionados con la gobernanza).

La escalada del conflicto ya ha provocado una avalancha de revisiones a peor de las notas ESG de las empresas rusas, aunque, internamente, no hayan cambiado de planes; dejando expuestos a algunos fondos ESG.

«La ESG se está utilizando de manera ineficaz”, apunta Clements-Hunt, fundador de la firma de asesoría Blended Capital Group a Bloomberg. Los inversores deberían estar reflejando los riesgos de forma global, no solo corporativos, pero la obsesión por hacer dinero fácil lo está anulando todo», opina.

La cascada de revisiones a peor de MSCI

MSCI, que ha optado por eliminar a Rusia de todos sus índices, ha sido la gran firma de calificación en sostenibilidad que ha reaccionada más rápido, con una reducción en cascada de las calificaciones ESG de las empresas rusas.

Tras reducir la nota ESG de Rusia, ha rebajado a las compañías más relevantes que incluía en sus indicadores best-in-class de emergentes hasta una B, aunque partían de puntos muy diferentes; convirtiendo a estas acciones en no invertibles bajo el prisma de los best-in-class.

Por ejemplo, los tres pesos pesados incluidos en su índice MSCI Emerging Markets Extended ESG Focus Index, que BlackRock utiliza como base para calcular la evolución del ETF ESGE, y donde el estado ruso cuenta con una participación mayoritaria (Sberbank, Gazprom y Rosneft) han sufrido un notable tijeretazo.

El más significativo es para Sberbank, que ha pasado de una A a una B; es decir, que ha caído de rozar las calificaciones más positivas, a formar parte del grupo considerado laggard (rezagado).

Otras empresas rusas o con fuertes operaciones en Rusia, que formaban parte del mismo indicador y estaban dentro de la cartera del ETF, también han visto rebajadas sus notas hasta la B (véase gráfico).

Morningstar y S&P todavía mantenían las 'notas' de estos valores sin cambios recientes (finales de febrero y marzo) al cierre de esta información.

Para un fondo o ETF que siguiere, por ejemplo, un posicionamiento best-in-class, la rebaja de calificaciones es sinónimo de tener que sacar a estos valores en cartera. Para los fondos que no tengan un equipo propio que realice sus propias calificaciones y dependa de terceros, también puede forzar cambios de composición.

No obstante, hoy con la bolsa rusa cerrada, la valoración de esos activos será prácticamente cero. Como ejemplo, el ajuste que ha llevado a cabo iShares en el ETF ESGE. La exposición a todos los valores rusos ya es cero y el recorto en la valoraciones es enorme.

Lukoil, que era su posición más relevante en diciembre de 2020 ha pasado de valer 57.000 millones de dólares en diciembre de 2021, a 59,31 dólares a 4 de marzo. El Sberbank habría pasado de capitalizar unos 36.800 millones a 818 dólares, de acuerdo con los datos de BlackRock.

¿Menor dependencia?

Los rating ESG y el uso que la industria de la ESG hace de ellos llevan meses bajo escrutinio por su alta influencia en los mercados y por su capacidad para afectar a los precios. Tanto es así, que la ESMA ha colocado a los rating ESG como una de las prioridades en sus tareas previstas en materia de sostenibilidad para este año.

La autoridad europea ya advirtió el año pasado sobre la dependencia de un mercado, cada vez más grande en patrimonio, de este tipo de calificaciones que no están reguladas y que contaban con una metodología a veces oscura; aunque las agencias han sido activas en los últimos meses publicando su metodología.

La guerra de Ucrania también estaría constatando que estas calificaciones igual no están absorbiendo todo el riesgo teórico que puede ser inherente, especialmente en el caso de estados que no cuentan con regímenes democráticos, lo que incrementaría tanto sus riesgos de gobernanza (en empresas controladas), como los sociales; con riesgos tales como las posibles sanciones financieras o la pérdida de permisos para operar en determinados países.

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