La caza de brujas contra el greenwashing da la puntilla a las grandes gestoras

DWS, Goldman Sachs o BNY Mellon se han visto salpicados en los últimos días por casos de greenwashing. Acusaciones que, sumadas al mal rumbo de los mercados, están golpeando a las gestoras cotizadas en bolsa

Ser un líder en ESG no parece ser en los últimos días la mejor carta de presentación pública. Al caso DWS, o a la multa sobre BNY Mellon, se ha sumado este fin de semana una posible investigación de la SEC a Goldman Sachs, también relacionada con presuntas prácticas de greenwashing.

El Wall Street Journal adelantaba que la SEC estaría investigando algunos productos de la división de gestión de activos de Goldman, por sus «afirmaciones» al respecto de criterios ambientales, sociales y de gobernanza. Concretamente, se hacía referencia al cambio de denominación del fondo «Blue Chip Fund» a «US Equity ESG Fund». Ni la SEC ni Goldman han confirmado nada.

No son noticias positivas para la industria de la gestión de activos, que están apostando fuertemente por la ESG, y que ahora se está viendo cuestionada en sus prácticas. De hecho, entre sus pesos pesados, no solo DWS pierde posiciones con fuerza en bolsa en el último mes.

Los números rojos en treinta días de otras grandes gestoras como Amundi -la líder en productos sostenibles en Europa- u otras como Schroders o Abrdn- son significativos (véase el gráfico); y más todavía tras la jornada negra que vivieron el lunes en bolsa. La mayor gestora de activos ESG en Europa se dejó más de un cinco por ciento.

Pero tampoco hubo tranquilidad al otro lado del Atlántico. Al cierre de esta edición, BlackRock cedía más de un 3 por ciento. El viernes ya se había dejado un 6 por ciento. Invesco, por su parte, perdía un 7 por ciento a media jornada.

Las grandes gestoras de activos son muy sensibles a la evolución de las bolsas y los bonos, dada la tipología de su negocio; por lo que las acusaciones de greenwashing no hacen otra cosa más que incrementar la presión y la volatilidad sobre ellas. Todas las más grandes con sede en economías desarrolladas ya cotizan en rojo en un mes.

Un acoso previsible

La falta de seguridad regulatoria ha sido uno de los lamentos de la industria de la gestión de activos a lo largo del último año. Aunque la Unión Europea ha puesto en marcha el Reglamento de Divulgación, algunas gestoras reconocían que están siendo conservadoras a la hora de clasificar o de lanzar productos justo para evitar poder ser señaladas por greenwashing.

Ya existía un cierto temor a que algunas firmas pudieran ser las 'cabezas de turco' para que los supervisores y reguladores demostraran que están encima del asunto. Las crisis financieras han cuestionado el papel de los supervisores y parece que con la ESG no están dispuestos a recibir los mismos reproches.

En Estados Unidos la situación es todavía más complicada, porque es ahora cuando la SEC está diseñando cuáles serán las normas, por lo que existe un vacío legal que abre la puerta tanto a prácticas de greenwashing intencionadas, como no. No obstante, atendiendo a los últimos movimientos, no parece que quiera esperar a tenerla definida para tomar medidas.

El problema de fondo es que los reguladores están cuestionando una industria que ha crecido muy rápido y cuya credibilidad y reputación puede estar en juego. En Europa, han sido habituales a los rating ESG y Estados Unidos parece que se está haciendo hincapié en la publicidad y los nombres de los productos.

Pero la suma de estos hechos, y también las dudas que ha generado que países o compañías rusas participadas por el estado pudieran contar con calificaciones ESG muy elevadas, suma muchos factores que están cuestionando las raíces mismas de la inversión sostenible para numerosas gestoras y productos.

Este mismo lunes, en pleno desplome del sector, Bank of America recordaba un dato que de forma muy significativa desvelaba que existen muchas lagunas a arreglar; no solo por las gestoras, sino también por las empresas.

"La CMA (Autoridad de Competencia y Mercados) del Reino Unido descubrió que el 40 por ciento de las afirmaciones ecológicas realizadas en Internet podrían ser engañosas. Un estudio reciente de la Comisión Europea también desveló que aproximadamente el 53 por ciento de las 150 afirmaciones ambientales evaluadas eran vagas, engañosas o carecían de información", repasa el banco estadounidense.

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