El informe que zanja uno de los grandes debates de la ESG

Desinvertir o tomar posiciones bajistas como media de presión para forzar cambios en las compañías. El debate se resuelve

Discutir si es más efectivo desinvertir o tomar posiciones bajistas es una conversación recurrente entre inversores ESG en los últimos años.

Desinvertir se ha percibido más como una forma de castigo para las cotizadas que arrastran deficiencias en materia medioambiental, social y de Gobernanza, las tres patas sobre las que se sustenta la inversión responsable, al tiempo que las estrategias bajistas sugieren que aún hay interés por parte de los inversores en que las empresas puedan cambiar.

La encuesta anual Institutional Investors Survey 2021, elaborada por EY, arrojó una cifra contundente: el 74 por ciento de los inversores se mostraba a favor de desinvertir en ese tipo de empresas.

Ahora, un informe de MSCI, uno de los mayores proveedores de calificación financiera del mundo, concluye que las diferencias entre ambos estilos son casi insignificantes, al tiempo que recalca la necesidad de establecer unas métricas concretas para la divulgación ESG de las posiciones ‘en corto’.

Evidencia limitada

“Existen evidencias limitadas sobre si la venta ‘en corto’ es una herramienta similar o mejor que la desinversión con fines ESG”, explica MSCI en su informe ‘Implications of Shorting on Cost of Capital and ESG’.

El estudio sugiere que las acciones con una alta demanda de ventas bajistas no han tenido un mayor coste de capital, por lo que su influencia es “limitada” para contribuir a que las empresas adopten mejores prácticas ESG.

“Mientras algunos inversores pueden percibir la venta corta como algo similar a la desinversión, en términos de su potencial para influir en el coste de capital, no pudimos encontrar ninguna evidencia económicamente significativa para apoyar esta tesis”, afirman los analistas de MSCI.

El informe destaca un periodo concreto, los dos últimos años, cuando llegaron un amplio número de campañas de inversores activistas para la venta coordinada de posiciones bajistas en empresas de todo el mundo.

MSCI considera que estas campañas tienen un impacto potencial en las compañías, lo que puede derivar esencialmente en un aumento del coste de capital. Sin embargo, la demanda creciente de posiciones en corto en los últimos dos años no ha tenido un impacto “económicamente significativo” en el coste de capital.

“La venta en corto no puede considerarse como la próxima etapa de desinversión, sobre todo porque las acciones generalmente no incluyen derecho de voto”, señalan. Por ello, la mejor manera de influir en las empresas, según MSCI, es a través del engagement.

De hecho, los analistas lo consideran como el método más efectivo, aunque reconoce que hubo “diferentes puntos de vista” en la elaboración del informe en torno a la influencia que tenían los vendedores bajistas en las políticas ESG de las empresas.

El lastre de la escasa regulación

La falta de regulación sobre las posiciones bajistas en la ESG es una tendencia habitual en todo el mundo.

En Reino Unido, la Autoridad de Conducta Financiera (FCA) planteó una serie de propuestas para un marco de divulgación, entre las que se encontraba una tímida mención al papel que juegan ese tipo de estrategias.

En Estados Unidos, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) tampoco ha incluido ninguna, y MSCI critica que la guía ESG publicada por el organismo permanece “en una etapa incipiente”.

En Europa, por su parte, la ESMA, el organismo que aglutina a las CNMV europeas, lanzó una consulta pública el año pasado sobre la regulación de la venta de posiciones en corto, aunque no hubo una mención específica sobre su aplicación en la ESG.

“Posiblemente habrá más orientación a lo largo de este año”, concluye MSCI.

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