Los súper ricos también temen al greenwashing

Más de la mitad de los family office reconocen que no cuentan con herramientas suficientes para detectar prácticas de greenwashing cuando ejecutan inversiones sostenibles

El greenwashing es un problema para todos los inversores independientemente de su patrimonio. De acuerdo con una encuesta de UBS entre family office, más de la mitad de los participantes reconoce no contar con herramientas suficientes para detectar el greenwashing cuando afronta inversiones sostenibles.

UBS habría llevado adelante esta encuesta entre los asesores de 110 family office que se exponen a la inversión sostenible. Esta situación ha provocado que más que el 53 por ciento de los encuestados haya reforzado sus procesos de due-diligence en materia de sostenibilidad.

Para ello, estarían tanto reforzando sus equipos internos, como contratando asesores externos.

«Existe un sano escepticismo sobre si todo lo que se llama verde realmente lo es», señala Joe Stadler, vicepresidente ejecutivo de la división de wealth-management de UBS a Bloomberg.

Para poder encontrar herramientas suficientemente claras para poder discriminar entre las distintas prácticas, Stadler apunta a la estandarización de las metodologías como un paso clave. Sin ellos, existe el riesgo de que algunas firmas adopten atajos y eso pueda reducir la calidad de la inversión sostenible y abrir puertas al greenwashing.

La industria de la inversión responsable comparte la visión de UBS. Durante la semana ISR celebrada por Spainsif, se demandó la homogenización de métricas ESG para reforzar a la inversión sostenible, que se ha convertido en una palanca clave para impulsar la transición energética.

De DWS a BNY Mellon

La polémica sobre el greenwashing ha subido de tono en las últimas semanas por la sucesión de algunos casos. La SEC reabría la herida con BNY Mellon.

El regulador multaba a la gestora por prácticas de greenwashing, pero su toque de atención se quedaba pequeño rápidamente con los problemas de DWS.

Las investigaciones, que llevaron a registrar su sede, ha provocado la salida del consejero delegado y fuertes pérdidas en bolsa. Está por ver si este caso también le conduce a una pérdida de inversiones y de cuota de mercado, en un segmento de la inversión que, a pesar de las críticas, continúa registrando fuertes crecimientos.

No obstante, los distintos reguladores ya están tomando cartas en el asunto; no solo en cómo se publicitan los productos -como está haciendo la SEC estadounidense-, sino también en otros campos relacionados con la inversión ESG, como son los rating.

Desde hace meses, la ESMA mantiene a estas calificaciones en su punto de mira ante su falta de homogeneización y su elevada influencia en el mercado.

Su intención es supervisar a los emisores, tal como se hace con los rating generalistas. Las compañías que elaboran este tipo de calificaciones han ido ampliando la información al mercado sobre cómo se elaboran y han ido incluyendo también datos ESG en sus calificaciones generales de crédito.

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