La guerra en Ucrania y el dilema de fusionar armamentísticas y ESG

La industria de defensa se ha disparado en bolsa por la guerra en Ucrania en medio de la amenaza de un proceso de rearme internacional. Un movimiento que está aprovechando el sector para reivindicar que no es razonable que continúe siendo uno de los malditos de la ESG. Su objetivo es presionar a Bruselas

Misil 'Tomahawk' fabricado por la empresa Raytheon.

La invasión de Rusia a Ucrania ha alterado todos los mercados, desde el energético hasta el de materias primas, pero también está afectando a la inversión responsable, no solo porque se están cuestionando algunos estándares, sino porque el rearme que parece que se va a imponer ataca a una de sus herramientas más habituales: la exclusión de la inversión en armas.

Siguiendo datos de la encuesta anual de gestoras del año pasado, la temática más evitada por las firmas de inversión responsable era la relacionada con las inversiones en bombas de racimo y minas antipersonas. Hasta un 79 por ciento de las entidades las evitaban, seguidas de las armas de destrucción masiva, con un 67 por ciento.

Pero dado que Europa parece que va a empezar a rearmarse –Alemania ya lo ha anunciado- desde algunos frentes (también analistas) se comienza a hacer presión para que se cambie ese punto de vista, o para, más bien, que la regulación convierte en ‘sostenible’ a la industria armamentística, teniendo en cuenta que existen voces que la ven ‘necesaria’ para defender la Democracia en momentos críticos, como el actual.

Mirando hacia la taxonomía social

Los defensores de dar este peso miran hacia la taxonomía social que prepara la Comisión Europea. Hasta el momento, las armas siempre se habían quedado fuera de las actividades candidatas a formar parte de esta clasificación y esa también sería la recomendación de la Plataforma de Finanzas Sostenibles, que publicó el pasado 28 de febrero su propuesta, aunque con cierta ambigüedad, que ha avivado el debate.

El español Antonio Vives, socio principal de Cumpetere y profesor adjunto de la Universidad de Stanford, tiene claro que la industria de defensa no debería ser incluida en la taxonomía. “Es imposible controlar el uso que le das a un producto [las armas] que potencialmente son, por ponerlo en términos simples, muy nocivos”, explica a SOCIAL INVESTOR.

“La taxonomía social perdería credibilidad, se va a infectar, y entramos en una incertidumbre innecesaria. Lleva a una debilidad si no está bien definida”, argumenta Vives, que compara la situación con la reciente inclusión del gas o la energía nuclear en la taxonomía de actividades sostenibles que Bruselas presentó el mes pasado.

Ese paso en falso, y contrario a las recomendaciones de la Plataforma de Finanzas Sostenibles, es justo lo que ha dado alas a los defensores de la armamentísticas, que ven un argumento a favor de sus intereses.

La inclusión de las armamentísticas en la taxonomía pondría en un brete a muchas gestoras que las excluyen

La inclusión de las armamentísticas en la taxonomía, además, pondría en el brete a muchas gestoras que ahora hacen exclusión y que podrían verse obligadas a cambiar esta política.

La discusión es, en opinión de Antonio Vives es “estrictamente europea”. El profesor universitario español, residente en los Estados Unidos, lo justifica en base a que, en primer lugar, la guerra sucede en Europa, y segundo, porque es Europa “la que se ocupa de estas cuestiones sociales”.

“Aquí son relativamente menores. No es una discusión moral o de principios. Es una cuestión con un alto contenido político y muy polarizado entre demócratas, opuestos al armamentismo, y republicanos a favor.”, apunta. 

Una actividad nociva

El grupo de trabajo de finanzas sostenibles demanda seguir en la taxonomía social el mismo camino que en se pretendía en la taxonomía ambiental, en la que se gestionan exclusiones de las actividades que resultan dañinas para el medio ambiente.

Siguiendo su razonamiento, las actividades dañinas en términos sociales serían aquellas que son “fundamentalmente, y en todo caso, opuestas a los objetivos sociales”. Por ejemplo, los efectos nocivos del tabaco para la salud de los consumidores, lo que deja su comercialización como significativamente perjudicial. 

En lo relativo a las armas, la plataforma remite a Bruselas a seguir una amalgama de tratados internacionales, entre los que se incluyen algunos del siglo XIX -la Declaración de San Petersburgo o la Declaración de La Haya- y otros más recientes como el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de 2017.

La oportunidad del lobbismo

La guerra iniciada por Rusia ha propiciado que distintas voces se pronuncien en torno a la inclusión de la industria de la defensa en la normativa comunitaria. El objetivo es alcanzar una financiación que, según el sector, ha bajado para las empresas.

“La invasión de Ucrania muestra lo importante que es tener una fuerte defensa nacional”, apunta Hans Christoph Atzpodien, director de BDSV, una plataforma que forma parte del ‘lobby’ de empresas de defensa alemanas. “Hago un llamado a la Unión Europea para que se reconozca a la industria como una contribución positiva a la sostenibilidad social bajo la taxonomía ESG”, solicita.

Es una presión que los expertos auguran que irá a más. “No dudo del poder de cabildeo de la industria de la defensa, que es la que tiene más poder de cabildeo del mundo. Creo que al final tendremos la gran disputa de que acabará estableciéndose el criterio de las gestoras”, explica Antonio Vives.

Por ejemplo, a la hora de que las entidades de gestión responsables ofrezcan la posibilidad a los inversores de apostar por fondos de armas, “los más rentables del mercado en momentos como las guerras”.

Pero no se trata solo de las empresas; también los Gobiernos están contribuyendo al fuerte impulso a la industria. A finales de febrero, en plena escalada del conflicto en Ucrania, Alemania anunció que ampliaría su presupuesto de defensa hasta el 2 por ciento como respuesta a la guerra, según dijo el canciller germano Olaf Scholz.

Podría no ser la única. “Es probable que otras naciones tengan que hacer lo mismo para que la Europa democrática esté a salvo de un mayor expansionismo ruso”, explica en un comentario Chris Iggo, director de análisis de la gestora AXA Investment.

Según sus cálculos, eso podría traducirse en un aumento de un 1 o un 2 por ciento adicional del Producto Interior Bruto (PIB) que “planteará cuestiones desde un punto de vista ESG”.

La industria en bolsa

El efecto de los conflictos bélicos en el gasto en defensa es una constante a lo largo de la Historia. En 1980, en los estertores de la Guerra Fría, el presupuesto de Estados Unidos ascendió al 6,8 por ciento, mientras que en los siguientes 20 años descendió al 3 por ciento, según datos del Banco Mundial. Un “patrón”, indica Iggo, que se ha repetido también en países europeos como Francia y Reino Unido.

Las acciones de las empresas del sector han subido con fuerza en las principales referencias bursátiles estadounidenses. El subíndice Aerospace & Defense del Dow Jones ha sumado un 5 por ciento desde el comienzo de la guerra, mientras que su par del MSCI se ha revalorizado un 4 por ciento. Se trata de los índices temáticos de los dos mayores proveedores de los Estados Unidos.

Raytheon, la mayor empresa armamentística del país, roza sus máximos históricos tras sumar un 3 por ciento.

Los fondos cotizados -ETFs- también han registrado fuertes beneficios. El iShares Aerospace & Defense que gestiona BlackRock ganó un 3 por ciento; otro fondo similar de Invesco, un 9 por ciento. Sus carteras replican el comportamiento de acciones de compañías como Raytheon, pero también de fabricantes de aviones como Boeing o Airbus y el conglomerado militar General Dynamics.

En Europa, las tornas son distintas, y el índice Stoxx Europe Aerospace & Defense ha caído un 9 por ciento en el último mes, muestra de que el territorio en el que se libran los conflictos es un factor diferencial de los mismos.

Si se dilata en el tiempo, las consecuencias llegaría hasta un nivel macro. «Una guerra prolongada aumenta el riesgo de desaceleración y recesión mundial, al reducirse también la renta disponible», explica Kunjal Gala, analista de Federated Hermes. Algunas señales se están percibiendo ya en el mercado ESG, como indica el comportamiento reciente del mercado de emisiones de carbono europeo.

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