El BCE abre la caja de Pandora del activismo de los bonistas

El mundo debe $226 billones. Una cifra que otorga mucho poder de influencia a quien la controla y el BCE y los inversores ESG comienzan a ponerlo en valor

Las luces de la temporada de juntas de accionistas se apagan este martes 12 de julio en España con Inditex pero no con ello la presión del mercado sobre cuáles deben ser las preocupaciones de las compañías a lo largo de los próximos meses.

Son varias las IBEX que han dejado causas pendientes con sus accionistas, pero tenemos menos visibilidad sobre quienes deben explicaciones a sus bonistas. Porque no ha sido BlackRock o cualquier otro gran accionista institucional el que ha lanzado el reto más importante de la temporada. Ha sido el BCE con su apuesta al verde, avanzada en julio de 2021.

Sin necesidad de cartas o de propuestas, el organismo que lidera Christine Lagarde probablemente haya lanzado el mayor guante de engagement de toda la temporada para las empresas europeas, al anunciar que inclinará su cartera hacia las compañías más respetuosas con el medio ambiente o que tengan objetivos climáticos más ambiciosos y, además, ponerle fecha. El reenfoque comenzará este mismo otoño.

«No es un paso que haya sorprendido al mercado y que vaya a cambiar las cosas, pero lo normal es que las empresas valoren con él no solo hacer operaciones con sello sostenible (emitir deuda con este perfil), sino dar un giro sostenible a su negocio», señala Fernando García, Director de Mercado de Capitales de Société Générale para España.

Para Fidelity International, la deuda es el «gigante dormido» cuando se habla su capacidad de influencia de los inversores en materia ESG, por ejemplo en la lucha contra el cambio climático. Un diálogo en el que puede llegar a ser más efectivo que los accionistas, porque muchas veces la relación con la empresa es más directa.

«Muchos inversores asocian el diálogo activo con los mercados bursátiles dada la atención que se presta a los votos de los accionistas en las propuesta de acuerdo de las empresas. No obstante, la mayoría de los accionistas operan con acciones en el mercado secundario donde el contacto con el equipo directivo es menos frecuente», reflexionan Kris Atkinson y Sajiv Vaid, gestores de Fidelity.

Además de esa mayor cercanía, otro punto a su favor sería su diversificación más allá delas cotizadas. «Los bonistas pueden dialogar con una cartera de empresas más diversas, como las compañías no cotizadas», avanza los expertos.

El paso sería incorporar las mejores prácticas de implicación a la industria de los gestores de renta fija. De acuerdo con la última encuesta de Bank of America (BofA) todavía un 90 por ciento de los inversores institucionales recurriría a las estrategias de exclusión, que son consideradas las ‘más básicas’ en inversión responsable.

226 billones de deuda en el mundo

La capacidad de influencia de los bonistas (y de los bancos) en ESG y lucha contra el cambio climático es notable. En un análisis publicado a finales del año pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) cifra en 226 billones de dólares el endeudamiento que soportaba el mundo en la Nochevieja de 2020.

La pandemia de coronavirus ha provocado el mayor incremento del endeudamiento desde la Segunda Guerra Mundial y la deuda en circulación ya supone el 258 por ciento del PIB mundial.

Si se considera que se anticipa que cada vez la ESG va a ganar más peso en la estructura de las emisiones en el mercado, la propia necesidad de refinanciar estos volúmenes forzará a las empresas a implicarse más con los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, que se van a ser cuasi-obligatorios para obtener financiación.

«En un momento no muy lejano las emisiones ESG se van a convertir en el nuevo estándar «, pronostica Fernando García desde Société Générale. «No es algo coyuntural», insiste.

Incluso dejando de lado la deuda pública -que supondría ahora el 40 por ciento del total de la deuda mundial y sobre la que se pueden realizar estrategias de engagement muy concretas– la capacidad de influir en ciertas temáticas en los emisores de bonos es muy elevada; especialmente para los grandes acreedores mundiales, solos o mediante alianzas.

La deuda pública equivale a un 40% de la deuda mundial y permite estrategias muy concretas

Independientemente de la bolsa, y a pesar del golpe sufrido por la renta fija, los inversores siguen mostrando más apetito por las emisiones sostenible. Aunque la guerra en Ucrania se habría comido el greenium del que disfrutaban el año pasado, las colocaciones que se han realizado han logrado una mayor sobresuscripción, lo que es un indicio no solo del mayor interés de los inversores, sino de que la oferta de productos sostenibles (fondos o ETF) especializados continúa creciendo.

La gama especializada en sostenibilidad ya nace con una mayor inclinación a poner en práctica políticas de diálogo activo como estrategia. Un análisis de las emisiones españolas durante la primera mitad de 2022 demuestra que, a pesar de la inestabilidad del mercado de deuda, cuando se coloca deuda verde se genera más interés (véase grafismo inferior).

Fuente: Société Générale

Con la excepción de Cellnex, las colocaciones con formato verde o sostenible obtuvieron en el primer semestre una mayor tasa de suscripción que las tradicionales. Es algo que se cumplió en el caso de Acciona Energía, Iberdrola o Telefónica.

Lo que no quiere decir que no exista presión en el tipo de interés; algo que se ve muy bien al comparar las colocaciones de Acciona Energía y de Iberdrola. Ambas salieron al mismo tipo de interés, a pesar del mayor tamaño y calificación de la segunda. La guerra en Ucrania y la inflación es la culpable de la diferencia.

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