El mercado de bonos climáticos que no funciona

Se supone que los bonos vinculados a la sostenibilidad ofrecen incentivos a los emisores para que alcancen los objetivos ecológicos fijados. La realidad es muy distinta

Se supone que los bonos vinculados a la sostenibilidad ofrecen incentivos a los emisores para que alcancen los objetivos ecológicos fijados. La realidad es muy distinta

Una de las innovaciones financieras favoritas de Wall Street para ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de las empresas no está funcionando como se pretendía.

Así se desprende de un nuevo estudio de la organización sin ánimo de lucro Climate Bonds Initiative (CBI). El estudio del grupo encontró que más del 80 por ciento de los 768 bonos vinculados a la sostenibilidad emitidos desde 2018 hasta noviembre del año pasado no están alineados con los objetivos climáticos globales.

Los bonos vinculados a la sostenibilidad (SLB) representan aproximadamente 280.000 millones de dólares de emisión y pueden, según el director ejecutivo de CBI, Sean Kidney, «desempeñar un papel enorme en la transición de la economía mundial hacia un futuro más verde». El problema, según Kidney, es que el mercado «opera en el salvaje oeste».

Se quedan cortos en sostenibilidad la mayoría de los bonos ligados, precisamente, a la sostenibilidad: no están alineados con los objetivos climáticos globales, según CBI.

Los SLB son similares a los bonos ordinarios, con una diferencia clave: llevan incorporados incentivos para que los emisores alcancen los objetivos de sostenibilidad fijados. A menudo, el emisor se enfrentará a un aumento del tipo de interés si no cumple esos objetivos.

A los emisores les gustan los SLB porque sus ingresos pueden destinarse a fines generales y no a proyectos específicos, lo que no ocurre con los bonos verdes. Como resultado, el mercado de los SLB es accesible a grandes contaminadores, como los productores de cemento o los fabricantes de acero, que de otro modo tendrían dificultades para identificar proyectos elegibles para los bonos verdes.

El primer SLB fue emitido por una empresa china en diciembre de 2018. Desde entonces, firmas europeas como el gigante energético italiano Enel han sido grandes vendedores de estas referencias. En 2022, Chile y Uruguay se convirtieron en los primeros países en emitir SLB soberanos, con nuevos emisores, monedas, países y sectores saltando al mercado cada año.

Las empresas de Europa occidental han dominado la emisión de SLB desde que el primer bono de este tipo salió al mercado en 2018.

La investigación de la CBI descubrió que sólo el 14% por ciento de los SLB emitidos están alineados con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a mucho menos de 2 grados con respecto a la época preindustrial, según su propia metodología de evaluación.

«Las credenciales de sostenibilidad de muchos SLB han sido débiles», según CBI. Hay una «alta proporción de acuerdos de baja calidad que carecen de la adecuada divulgación, ambición y credibilidad».

Los problemas de los bonos climáticos

Los principales problemas residen en el diseño y la ejecución, no en el concepto subyacente, según la CBI. Las características estructurales, los problemas de calibración, los informes deficientes y los débiles planes de descarbonización de los emisores han afectado a la calidad del mercado.

Los inversores, por su parte, no suelen tener la capacidad, los recursos o la oferta de bonos para descartar los SLB de baja calidad, según el grupo.

La organización sin ánimo de lucro también señaló dos lagunas en la documentación legal de los SLB que pueden socavar la credibilidad de los acuerdos y requerir supervisión y posible regulación. Una cláusula exime a los emisores de pagar la penalización si no alcanzan los objetivos debido a cambios en las normas o en la política. La otra permite a los emisores excluir de su evaluación de resultados las adquisiciones posteriores a la emisión, así como determinadas inversiones.

La CBI señaló que el año pasado se observaron algunas mejoras, ya que el 33 por ciento de los SLB emitidos se ajustaban a los objetivos climáticos. Esto coincidió con la publicación de las directrices de la CBI, que el grupo espera que ayuden a impulsar la inversión.

Y Kevin Leung, analista del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, dijo que los instrumentos vinculados a la sostenibilidad todavía pueden impulsar la descarbonización, siempre que sus objetivos de rendimiento estén alineados con una senda de 1,5 grados en todos los ámbitos de emisiones y promuevan activamente la transición a «actividades verdes».

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