Las automovilísticas abandonan los combustibles fósiles con el visto bueno de la bolsa

Toyota o Volkswagen son algunos de los fabricantes que han aprovechado la recta final del año para presentar actualizaciones estratégicas en vehículo eléctrico

Akio Toyoda, presidente de Toyota.

Toyota ha sido una de las últimas automovilísticas en desvelar su estrategia hacia la electrificación de su gama. Lo hizo entre críticas a la marca japonesa por andar algo más rezagada que sus pares en la industria. 

Toyota anunció una inversión de 35.000 millones de dólares para 2030, año en el que dispondrá de 30 modelos completamente eléctricos. El objetivo: vender 3,5 millones de coches eléctricos para ese año.

“Supone un giro relevante en la estrategia de la compañía”, explican los analistas de Bankinter en un comentario reciente. Un cambio de rumbo premiado por la comunidad inversora, ya que en las dos siguientes sesiones al anuncio las acciones se revalorizaron más de un 5 por ciento.

“Hasta ahora planteaba la transición desde el motor de combustión hacia un mix entre híbridos, eléctricos y pila de combustible. Ahora aumenta su apuesta por los eléctricos puros”, valoran los expertos, que destacan que la compañía se posicionará como un “importante competidor” de Tesla, la referencia mundial en este segmento de mercado, gracias a su marca premium Lexus. 

El viernes, Toyota dio un paso más y anunció que construirá la primera fábrica de baterías en los Estados Unidos. La planta será levantada en Carolina del Norte, tendrá capacidad para producir 1,2 millones de coches eléctricos al año y, según anunció la multinacional, el compromiso es usar energías renovables en su totalidad. Para ello, invertirá 1.290 millones de dólares y espera tenerla lista para 2025.

«Creo que lograr la neutralidad de carbono significa lograr un mundo en el que todas las personas que viven en este planeta continúen viviendo felices», dijo Akio Toyoda, presidente de la compañía nipona, cuyas acciones ganaron un 3 por ciento desde el anuncio.

La nueva hoja de ruta de Toyota refleja, a su vez, el acelerón que ha dado la industria en la recta final del año en su proceso de transición hacia combustibles de origen renovable.

Volkswagen: la red de carga como baluarte

Los planes de Toyota incluyen una inversión de 13.000 millones para la fabricación de baterías, a sabiendas de que las unidades de carga serán uno de los productos más codiciados del mercado automovilístico en la próxima década.

Precisamente, marcas como Volkswagen han centrado sus esfuerzos en este apartado. Tras el escándalo de las emisiones en sus vehículos, el fabricante presentó en 2015 su plataforma modular MEB -una de las más avanzadas para la producción en masa de eléctricos- mientras que su red de carga en Europa es una de las más amplias gracias a su socio Ionity, encargada de la red paneuropea.

En total, Volkswagen ya cuenta con 270.000 puntos de recarga en el Viejo Continente. Esta semana anunció que para 2025 instalará 18.000 estaciones de carga rápida, a las que se sumarán otros 35.000 puntos gracias a acuerdos con socios minoristas.

“Estamos construyendo un ecosistema de carga completo”, dijo Elke Temme, directora del área de carga y energía de Volkswagen. “Queremos hacer posible que las baterías de nuestros vehículos se usen en el mercado como unidades de almacenamiento, que son esenciales para aumentar la proporción de energías renovables”, precisó.

Europa, aún en fase incipiente

“Los planes [de los fabricantes europeos] para acelerar las ventas de vehículos eléctricos aún se encuentran en sus primeras etapas”, explica Michael Dean, analista del sector de la automoción de Bloomberg Intelligence, en un comentario.

A pesar de ser una fase incipiente, las cifras empiezan a mostrar el cambio de rumbo. En Alemania, las ventas de coches cayeron en un 32 por ciento en noviembre, según datos de la patronal europea ACEA, pero en el segmento de coches eléctricos aumentaron en un 25 por ciento, y ya representan un 20 por ciento de la cuota de mercado del país, la gran potencia automovilística de Europa.

En Reino Unido, los datos son similares: las matriculaciones de coches eléctricos el pasado mes se duplicaron y los vehículos eléctricos ya representan un 19 por ciento del total.

En el plano bursátil, las ganancias también son atractivas, a pesar de que la industria adolece de la escasez de semiconductores en medio de la crisis global de suministros.

El índice Auto&Parts, referencia del sector en Europa, ha subido más de un 25 por ciento este año, por encima de los rendimientos del Eurostoxx o del Stoxx 600, que suben en torno a un 17 por ciento.

Rendimiento del índice Auto&Parts en 2021. Fuente: Bloomberg

Las ganancias tienen que ver con las estrategias de las compañías. El diario alemán Handelsblatt informó que Volkswagen estudia sacar a bolsa parte de su marca de lujo Porsche en una operación que superaría los 75.000 millones de euros; estos, a su vez, se usarían para financiar la electrificación del grupo.

“Los accionistas pueden beneficiarse más. El plan de VW de invertir 21.000 millones en su planta de Baja Sajonia (Alemania) puede haber sido un compromiso para permitir la consideración de la posible salida a bolsa de Porsche para 2023”, explica Michael Dean.

En cualquier caso, el analista argumenta que las matriculaciones de eléctricos “continúan acelerándose hasta fin de año a medida que se persiguen los objetivos de descarbonización”.

Estados Unidos: Tesla defiende su reino

Si en Europa la senda de los eléctricos comienza a dibujarse, en los Estados Unidos ya hay una ruta claramente definida, la que ha trazado Tesla.

Tras conquistar su mercado doméstico, la compañía planea construir su siguiente ‘Gigafactoría’ de baterías -la segunda tras la que opera en Nevada, EEUU- al otro lado del Atlántico para impulsar la producción en Europa. Tras rumores iniciales que incluso apuntaban a que la construcción podría ser en China, finalmente edificará su planta en Berlín.

A finales de octubre, el fabricante de Elon Musk superó por primera vez el billón de dólares de capitalización bursátil -y el nivel de los 1.000 dólares por título- gracias principalmente a que la compañía batió una vez más sus récords de entregas.

Unos días después debutó en Wall Street la que se presume como su mayor rival, Rivian, fundada por el ingeniero RJ Scaringe, que colocó más de 153 millones de acciones en su estreno en el parqué de Nueva York hasta superar ampliamente los 10.000 millones de dólares de recaudación. Solo Facebook y Alibaba habían conseguido cifras similares.

El éxito de Rivian -en cuya participación aparecen gigantes como Ford o Amazon– ha servido de acicate para otras compañías. 

El fabricante de motos Harley-Davidson anunció en la última semana que sacará a cotización su división LiveWire, centrada en la producción de vehículos eléctricos, por 2.300 millones de dólares vía SPAC (Special Purpose Acquisition Company).

“Mantendrá una participación del 74 por ciento, aprovechando la ola de valoración de SPACs en coches eléctricos, y generar 545 millones para desarrollar productos”, explica Kevin Tynan, responsable del análisis de la automoción norteamericana en Bloomberg Intelligence.

“La medida pone cierta distancia entre la tradicional y rentable marca Harley, respaldada por motos de combustión, y el futuro respaldado por motocicletas sin emisiones”, detalla.

Las sombras de la electrificación

Pese al empuje de la electrificación, no todas las compañías gestionan de la misma forma su transición.

Por ejemplo, Renault anunció el martes un acuerdo con los sindicatos para el despido de 1.700 trabajadores en Francia como parte de su programa de adaptación hacia el desarrollo de coches eléctricos, que incluye la producción de 700.000 unidades completamente eléctricas anuales.

Las acciones de Renault han perdido más de un 15 por ciento en el último mes. Gráfico: Bloomberg

Los despidos se efectuarán entre 2022 y 2024, mientras que el grupo galo alegó que se contratarán 2.500 personas en ese periodo para cubrir las salidas. Sin embargo, el año pasado Renault presentó otro plan mediante el que pretende eliminar 14.600 puestos de trabajo en todo el mundo, de los cuales 4.600 corresponderán a Francia, lo que supone desprenderse de un 10 por ciento de su masa laboral.

Una estrategia que ya han penalizado los inversores. Desde el martes, día del anunció, las acciones retrocedieron un 3 por ciento, mientras que en el año caen en torno a un 20 por ciento -un 16 por ciento solo en el último mes- en lo que la comunidad inversora trata como una deriva en su electrificación. Reflejo de que el mercado se toma muy en serio la transición para esta década.

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