La invasión rusa de Ucrania fuerza un stop en la carrera del coche eléctrico
Las ventas de coches eléctricos a nivel mundial continuaron creciendo el año pasado a pesar de la falta de semiconductores. Marcas como Ford han anunciado la división de su negocio para potenciar la electrificación. La guerra, sin embargo, provoca que los planes de producción se retrasen
La industria del automóvil encuentra un nuevo desafío en la guerra de Ucrania. La carrera por el coche eléctrico se aceleró en 2021 al duplicar las ventas a nivel mundial. Los fabricantes sobrevivieron al impacto del Covid-19 y la escasez de semiconductores. Pero la invasión rusa ha provocado que muchas compañías anticipen una menor producción para este año.
La guerra ha provocado un encarecimiento de la energía y de los combustibles fósiles. El petróleo Brent, referencia europea, se ha disparado un 67 por ciento este año hasta su nivel más alto desde 2008. Algo que hacía presagiar que serviría para que los fabricantes de coches acelerarían sus planes de electrificación.
En plena escalada del conflicto, la estadounidense Ford, por ejemplo, anunció la semana pasada un cambio histórico en sus 118 años: la separación de su negocio con la creación de una unidad exclusivamente dedicada a la fabricación de modelos eléctricos.
No obstante, los planes, aunque ambiciosos, están diseñados a medio plazo, lo que refleja la incertidumbre que aún continúa generando entre las marcas la transición hacia vehículos menos contaminantes.
El impacto del conflicto bélico ha aparecido después de otro ejercicio récord para los coches eléctricos. El año pasado las ventas se elevaron hasta superar los 4 millones de unidades en todo el mundo. China acaparó más de la mitad de la cuota de mercado; Europa, por su parte, representó un 29 por ciento y los Estados Unidos, un 12 por ciento, según los datos publicados por JATO Dynamics.
A medida que la guerra se ha intensificado, muchas compañías han revelado dificultades añadidas para cumplir con sus objetivos de producción, especialmente en el segmento de eléctricos, lo que ha dejado fuertes caídas en bolsa para los fabricantes ante la imposibilidad de cumplir con sus planes de electrificación.
El encarecimiento de los materiales
Estas caídas se han notado especialmente entre los fabricantes europeos. El índice Stoxx 600 Automobile & Parts, que aglutina fabricantes de coches y de componentes para la industria, ha perdido más de un 20 por ciento en el último mes.
Volkswagen o BMW han perdido lo mismo, pese a que el viernes las acciones subieron y recuperaron parte del terreno perdido. Solo Stellantis ha ofrecido un retorno positivo en las últimas semanas, del 1 por ciento.
Son, precisamente, algunos de los fabricantes de coches que se han visto obligados a detener su producción de vehículos eléctricos en Europa ante los efectos de la guerra en la cadena de suministros.
“La guerra se traduce en un importante encarecimiento de las materias primas, dificulta la logística y además supone que Ucrania no puede seguir produciendo componentes relevantes para el sector”, explican en un comentario los analistas de Bankinter.
“Todo dependerá de que las cadenas de suministro funcionen y se normalice la escasez de importantes componentes, algo que parece ahora más difícil tras la invasión de Ucrania”, detallan.
“También alimentan los temores la escasez de materiales esenciales como el paladio y el níquel, que se usan en automoción y en baterías de coches eléctricos”, coinciden en ING.
El níquel llegó a superar los 100.000 dólares por tonelada el martes, forzando al mercado de materias primas de Londres a suspender su cotización, mientras que el litio, otro de los materiales clave para las baterías, ha subido más de un 400 por ciento en el último año por la escasez de suministros.
Al ser una crisis de escala global, fabricantes de todas las regiones se han visto afectados. La japonesa Toyota, uno de los mayores grupos de Asia, avisó esta semana que reducirá hasta en una quinta parte su producción hasta abril, tanto de modelos de combustible tradicional como eléctricos, y continuará por debajo de sus objetivos en los meses siguientes debido a la falta de chips.
Estados Unidos: solo se salva Tesla
La estadounidense Rivian, el gran rival de Tesla, también anunció esta semana que reduciría a la mitad su producción de vehículos eléctricos hasta las 25.000 unidades, ya que la crisis de suministro es un “factor limitante fundamental”, según dijo su director ejecutivo RJ Scaringe en la conferencia con analistas.
Lucid, otro de los fabricantes puramente eléctricos, también dijo que recortaría su producción a causa de la incertidumbre en torno a un empeoramiento de la crisis de suministros.
Para Tesla, sin embargo, los problemas de producción no son un problema. Tras obtener unas ventas récord el año pasado, la compañía de Elon Musk se quedó a las puertas del millón de unidades vendidas; una marca que espera rebasar este año, para el que prevé aumentar la fabricación de vehículos en un 50 por ciento.
El fabricante californiano consolidó su posición de liderazgo a nivel global con una cuarta parte del total de las ventas. Esquivó, así, la escasez de suministros gracias a su red de gigafactorías: cuenta con dos en en los Estados de Nevada y Texas, y tiene otra en China.
Además, recientemente recibió el visto bueno de las autoridades alemanas para abrir su próxima gigafactoría en Berlín. Solo en este centro tendrá capacidad para ensamblar un millón de vehículos al año, lo que refleja el músculo de la compañía.
A excepción, con matices, de Tesla, los fabricantes estadounidenses sí han notado el impacto de la crisis de suministro, pero han logrado esquivar el conflicto en Ucrania. Pese a que las acciones de compañías como Tesla, Ford o General Motors han registrado pérdidas en las últimas semanas, están muy lejos de las caídas a doble dígito de sus pares europeos.
Algunas han aprovechado estas semanas para desvelar sus nuevas estrategias. Es el caso de Ford, cuya reorganización del negocio provocó que las acciones se dispararan un 7 por ciento en Wall Street tras el anuncio gracias a uno de los mayores planes de transición eléctrica presentados hasta la fecha.
Ford y GM: ambición a menos ritmo
Ford Model será la nueva unidad de coches eléctricos del fabricante del icónico Mustang. El objetivo es “convertirse en una empresa mundial verdaderamente grande”, según explicó el director ejecutivo, Jim Farley, artífice de la transformación de Ford.
Le acompaña un ex de Tesla y Apple, Doug Field, que actuará como director de producción. Juntos han diseñado una estrategia hasta 2026 -la anterior tenía como horizonte 2025- en la que prevén una inversión de 50.000 millones de dólares en vehículos eléctricos, casi el doble de la anterior partida.
El plan es fabricar dos millones de unidades al año para 2026. “Suponemos que una potencial separación no ocurriría hasta después de 2026, lo que hace que las emisiones de deuda a largo plazo tengan más exposición. Pero Ford podría considerar una variedad de mecanismos como herramientas para eliminar la deuda a más largo plazo”, explicó Joel Livingston, analista de automoción de Bloomberg Intelligence.
“Un ‘spin-off’ no está en la mesa, al menos a medio plazo. Ford había descartado un giro de las operaciones de vehículos eléctricos, pero es posible que la dirección haya concluido que la reorganización era preferible. El negocio de eléctricos madura, aunque las opciones estratégicas podrían resurgir más adelante en la década”, valoraron los analistas de Barclays.
General Motors, el gran rival histórico de Ford en los Estados Unidos, anunció en enero una inversión de 7.000 millones para fabricar un millón de coches eléctricos al año en 2025. Son planes menos ambiciosos, pero teniendo en cuenta la menor electrificación de GM, el grupo lo ha apostado todo a un plazo de cuatro años con un plan que no está exento de riesgos por la alta competencia.
Chevrolet, una de las marcas del conglomerado, tiene previsto lanzar una versión eléctrica de su modelo Equinox, que se comercializa por algo más de 30.000 dólares. Un precio “asequible”, indican en Bloomberg Intelligence, pero que está lejos de los 50.000 que supone “el punto de equilibrio para los coches eléctricos”.
Incluso aumentando el precio, General Motors se enfrentaría a pérdidas de 2.000 millones si no lograse superar las 200.000 unidades de un solo modelo, aproximadamente la mitad de la producción total que contempla para este año.
“La capacidad de los fabricantes de eléctricos para hacerse con la cuota de mercado es incierta, como lo indica el viaje de nueve años de Tesla para llegar al 2 por ciento de los Estados Unidos. El punto de inflexión para la aceptación generalizada de los consumidores puede llegar cuando GM, Ford y otros construyan coches eléctricos en los segmentos más populares, las ‘pickups’ y los SUV”, detallan en Bloomberg Intelligence.