Los vehículos eléctricos de Rivian pierden el respaldo de Wall Street

La nueva gran promesa del transporte limpio borra prácticamente toda su subida desde su debut. La crisis de suministros merma sus pedidos, pierde talento, sus socios se fijan en sus competidores y el activismo ESG la presiona

En apenas dos meses de cotización, las acciones de Rivian han corregido hasta regresar a los niveles de su debut en Wall Street.

El fabricante de vehículos eléctricos protagonizó a comienzos de noviembre el mejor estreno en la Bolsa de Nueva York del año pasado. Los títulos se dispararon más de un 30 por ciento, y pasaron de 78 dólares a 110.

Su primera semana bursátil le dejó cuantiosas ganancias al dispararse un 70 por ciento. Llegó a los 172 dólares por título, su cota más alta hasta el momento.

Desde entonces, Rivian entró en caída en picado y su valor ha caído un 50 por ciento, sumando un capítulo más a la crisis que las cotizadas ligadas a sector relacionados con la transición renovable atraviesan en bolsa.

La crisis de suministros hace mella

Precisamente, la última gran caída está ligada a una producción por debajo de lo esperado. 

Rivian anunció este lunes que no consiguió su objetivo de fabricar 1.200 unidades de sus vehículos en 2021 debido a los problemas en la cadena de suministros que asola los mercados desde hace más de un año. Pese a que quedó ligeramente por debajo, con 1.015 unidades fabricadas de las que entregó 920, las acciones se hundieron más de un 5 por ciento.

Y es que al fabricante de Irvine, en California, no le ha sentado bien la entrada de 2022.

Cuando ni siquiera se ha cumplido la primera quincena del año, las acciones se han hundido un 20 por ciento, especialmente después de que su fundador, el ingeniero RJ Scaringe, asegurara que la compañía está retrasando las entregas de uno de sus dos modelos -la ‘pickup’ R1T- hasta, al menos, 2023 debido a la crisis de suministros.

Además, los inversores han penalizado también la salida de su director de operaciones, Rod Copes, ex del gigante de la automoción Harley-Davidson, que abandonó Rivian a finales del mes pasado cuando apenas llevaba algo más de un año en el cargo.

El socio de Amazon ya no es su favorito

Entretanto, uno de los grandes reclamos de Rivian para la comunidad inversora, su acuerdo con el gigante del comercio electrónico Amazon, está poniéndose en duda y ha contribuido en buena parte a la caída de las acciones.

La multinacional de Jeff Bezos ha reforzado su colaboración con otro fabricante, Stellantis, para la entrega de furgonetas eléctricas y desarrollar conjuntamente soluciones de software para vehículos electrificados. Algo que refleja, de acuerdo a los analistas, que Rivian ya no es el compañero de viaje favorito de Amazon.

“El acuerdo Stellantis-Amazon destaca la vulnerabilidad de Rivian a la creciente competencia y su dependencia de un contrato no exclusivo, que está sesgado a favor de Amazon”, explica Kevin Tynan, analista del sector de la automoción de Bloomberg Intelligence.

Esto podría dinamitar, incluso, el gran acuerdo entre Amazon y Rivian para la entrega de 100.000 ‘pickups’ eléctricas, anunciado hace unos meses.

“Es posible que no lleguen estos vehículos si Amazon decide que las otras ‘pickups’ lanzadas por la competencia ofrecen niveles más altos de confianza y menores costes de propiedad, variables clave en el segmento comercial”, detalla Kevin Tynan.

Rivian tiene que lidiar también con la pujanza de Tesla, la principal referencia en el mercado de coches eléctricos. Por ejemplo, en el apartado de producción, en el que el fabricante de Elon Musk sorprendió hace una semana al anunciar otro récord: las entregas de sus vehículos se dispararon en un 87 por ciento en 2021 frente al año anterior.

El número de unidades distribuidas superó las 936.000 de 2019, e incluso en 2020, en plena pandemia, Tesla quedó a las puertas de conseguir su objetivo de 500.000 entregas, esquivando los problemas en la cadena de suministro.

Rivian, en el ojo del activismo

Tanto Tesla como Rivian comparten, sin embargo, que ambas se encuentran en los últimos meses en el foco de los accionistas activistas.

Sin ir más lejos, la multinacional de Elon Musk, rodeada de diversas críticas sobre prácticas y discriminación racista entre sus empleados, anunció esta semana la salida de su jefa de recursos humanos, Valerie Capers Workman, una de las protagonistas de Tesla en la lucha contra este tipo de controversias. Fichará por la plataforma Handshake, pero supone un duro varapalo para el fabricante californiano.

En cuanto a Rivian, las críticas del activismo llegan incluso desde antes de su debut en Wall Street.

A finales de octubre, la plataforma SOC Investment Group remitió una carta a Rose Macario, miembro del Consejo de Administración de Rivian, en la que apuntó sus “preocupaciones sobre los riesgos ambientales en la cadena de valor” de la compañía.

Por ello, desde SOC pidieron a Rivian acometer una serie de actuaciones, como la adopción de políticas y procedimientos para identificar los principales riesgos en materia de ESG.

Otras de las peticiones pasan por adoptar “un compromiso político explícito” en temas climáticos, por ejemplo, para no obtener minerales de los fondos marinos o apoyar una moratoria sobre las extracciones de estos minerales, así como dar más importancia a las cuestiones relacionadas con los Derechos Humanos.

En este sentido, SOC interpeló a Rivian para la designación de un comité independiente de supervisión de este apartado o informar “al menos una vez al año a los inversores” sobre el rumbo de estas actuaciones, reflejando que, pese al esperado debut de la compañía en Bolsa, aún tiene un largo camino que recorrer.

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