• Por qué importa: El auge bursátil del sector de defensa reabre el debate sobre los límites de la inversión sostenible y su compatibilidad con la seguridad europea.
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Las fuertes revalorizaciones que acumula el sector de la defensa en 2025, impulsadas por los planes europeos para multiplicar el gasto militar, han llevado a algunas gestoras y al propio regulador a replantearse la exclusión de esta actividad de las carteras ESG.

Sin embargo, desde dentro del propio sector financiero se alzan voces que advierten de los riesgos de diluir los principios fundacionales de la inversión responsable. Una de ellas es Ana Guzmán, directora de inversiones e impacto en Portocolom AV, protagonista del último episodio del podcast de Social Investor.

Según Guzmán, «decir que es sostenible algo que atenta directamente contra la dignidad humana» es «tensar demasiado la cuerda» e ir «en contra de los intereses de la propia industria ESG».

La experta subraya la contradicción ética que plantea el argumento de rentabilidad: «Si ganas más dinero invirtiendo en esta actividad, es porque hay más muertes».

Por eso, considera que «no hay necesidad de catalogar la defensa o la energía nuclear como sostenibles, porque para eso se establecieron una serie de categorías que no iban a seguir ningún criterio de sostenibilidad».

Su conclusión es clara: «Está bien que los inversores sepan que, si quieren invertir en defensa, es legítimo y hay productos especializados en ello. Pero si lo que buscan son compañías que preserven la dignidad humana, cuiden el planeta y fomenten una economía más próspera para todos, entonces la defensa no tiene cabida».

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