Las inversiones en gas y nuclear pasarán un ‘test’ antigreenwashing

Europa quiere clasificar como sostenibles a estas energías, pero forzará a los fondos a especificar exactamente su exposición para evitar que parezcan más verdes de lo que realmente son. Era una petición de la industria de la inversión responsable

Las uvas en Bruselas no debieron ser tranquilas. Con las campanadas a la vuelta de la esquina, la Comisión Europea aclaraba su postura sobre uno de los temas más polémicos alrededor de la taxonomía de las actividades sostenibles: su posicionamiento sobre la energía nuclear y el gas.

Coincidiendo con el estreno de la presidencia de Francia de la Unión Europea –Emmanuel Macron ha convertido la energía nuclear en uno de los ejes de su plan económico- la institución señalaba que comenzaba las consultas con sus asesores -el Grupo de Expertos sobre Finanzas Sostenibles y la Plataforma de Finanzas Sostenibles– sobre el borrador del futuro acto delegado que las regulará dentro de esta clasificación. Deben dar una respuesta antes del 12 de enero.

Y, a pesar de las advertencias que le han llegado desde el medioambientalismo o la inversión responsable, la Comisión Europea ha optado por acoger dentro de la taxonomía a ambas fuentes energéticas, aunque -y así lo especifica- porque son necesarias para afrontar la transición energética.

El gas y la nuclear tienen un papel para facilitar la transición energética, según la Comisión Europea

«Teniendo en cuenta el asesoramiento científico y el progreso tecnológico actual, así como los diferentes desafíos en materia de transición energética dentro de los estados miembros, la Comisión considera que el gas natural y la energía nuclear tienen un papel como medio para facilitar la transición hacia un futuro predominantemente basado en energías renovables», explica.

Aunque el paso dado por la Comisión Europea adultera la filosofía original de la taxonomía de actividades sostenibles, que era crear una clasificación de fuentes de generación totalmente limpias, la crisis energética que sufre Europa con el incremento de los precios de la energía y la aprobación del programa de fondos Next Generation (que se inclina hacia los proyectos alineados con la taxonomía verde), habrían forzado al organismo a alejarse del proyecto inicial por razones políticas.

«Se ha transformado en una taxonomía de transición», señala Andrea González, subdirectora general de Spainsif. «Realmente la Comisión lo que ha hecho ha sido dar luz a una taxonomía políticamente viable. La otra no lo era», valora.

Aunque a la norma le queda un largo recorrido -una vez la Comisión Europea presente su propuesta final los plazos de alegaciones podrían posponer su aprobación hasta finales de julio- va a continuar generando polémica.

Varios países -entre ellos España– ya han mostrado su rechazo. Greenpeace recordaba en noviembre que algunas economías, como Austria, incluso podrían tratar de frenarlo en los tribunales.

En la tramitación europea, sin embargo, dentro del texto existe un equilibrio con el que parece complicado que alcance las mayorías suficientes como para bloquearlo, porque incluye a las dos energías conflictivas: quienes apoyan la nuclear, necesariamente van a tener que dar el visto bueno al gas, aunque a priori lo rechacen.

En esa dualidad, por ejemplo, Alemania tendría que validar la nuclear si quiere avanzar en gas. Lo que políticamente parece más complejo es que solo saliera adelante una de las dos.

Un decisión que dejará descontentas a todas las partes, pero que -una vez despejado el futuro- servirá para despejar la ruta hacia las cero emisiones de cada estado miembro a nivel individual.

Un ejercicio de transparencia antigreenwashing

La inversión responsable es uno de los sectores que en los últimos meses ha trasladado a la Comisión Europea su preocupación por esta decisión, dándole alternativas.

La Comisión, aunque habría desoído esta recomendación en su decisión a favor del gas y la energía nuclear, ha recogido alguna de las peticiones de la industria; como son aquellas directamente relacionadas con la transparencia en los productos de inversión.

En este sentido, Eurosif, la red europea de la que forma parte Spainsif, avanzó en noviembre que sería necesaria una revisión del Reglamento de Divulgación.

«La inclusión de gas natural y energía nuclear dará como resultado una menor transparencia y un mayor riesgo de malas praxis en ventas de productos, lo que socavará la confianza en las divulgaciones de los fondos de inversión sostenibles. Cualquier inclusión de gas natural y energía nuclear requeriría repensar los informes SFDR«, avanzaba.

Bruselas ha recogido esta idea y forzará a que los fondos desvelen su exposición específica al gas y a la energía nuclear, para que no se clasifiquen en el grueso de las actividades sostenibles cuando se publiquen los datos de alineación con la taxonomía; algo que podría desvirtuar la exposición real a actividades ‘verdes’ realmente.

«Para garantizar la transparencia, la Comisión modificará el Acto Delegado de Divulgación de Taxonomía para que los inversores puedan identificar si las actividades sostenibles incluyen gas o nucleares, y en qué medida, para que puedan tomar una decisión informada», explica la Comisión Europea.

Dos energías en la lista de exclusiones

Hay que tener en cuenta que tanto los combustibles fósiles, como la energía nuclear forman parte de la lista de actividades vetadas como inversión para algunas gestoras que llevan a cabo estrategias de exclusión; por lo que a priori hoy están fuera de diversas carteras.

Sin dicho ‘test’, por ejemplo, un producto podría contar con amplia exposición al gas y a la nuclear y ‘parecer’ más sostenible que otro con exposición solo a actividades realmente verdes.

De acuerdo con datos de Spainsif, en 2020, entre las gestoras que contaban con una política específica en este sentido, un 33 por ciento excluía los combustibles fósiles (el carbón figura entre ellos) y un 10 por ciento hacía lo propio con la generación energética procedente de la nuclear. En 2019, la representatividad fue del 33 y el 12 por ciento, respectivamente.

¿Tendrán que cambiar las gestoras su forma de elegir activos con los cambios en la taxonomía? Andrea González no lo cree. «No conviene mezclar. Una cosa son las políticas de inversión y otra cosa cómo se diseñan los incentivos. Quienes excluían la nuclear hasta ahora lo pueden seguir haciendo», señala.

Ahora en portada