Tres conclusiones de la ‘Green Evolution’

La revolución de la ESG es una oportunidad transformadora para la industria financiera, pero necesita una regulación armonizada y definida y calidad en los datos

El presidente de ASEAFI, Fernando Ibáñez, despedía este jueves la jornada «Green Evolution» con una conclusión que de alguna manera resumía gran parte del debate celebrado a lo largo de todo el evento. «La revolución ESG está transformando a la industria financiera en una industria de impacto».

Ibánez cerraba con esta afirmación una mesa protagonizada por gestoras y asesores financieros, en la que se demostraba la capacidad de movilización que la industria financiera puede tener para llevar la sostenibilidad a los clientes y estos, con su capital, provocar cambios en los tres criterios ESG: en lo medioambiental, lo social y también la gobernanza. Es decir, en su entorno.

Uno de los retos para conseguirlo, -y que también serviría como otra de las grandes conclusión del día-, es uno de los retos más inmediatos es que la sostenibilidad sea comprensible para los clientes.

Cuánto mejor la entienda, mayor será su receptividad para buscar un equilibrio atractivo entre sostenibilidad y rentabilidad.

La sostenibilidad debe ser comprensible para los clientes

Como un paso previo para interiorizar esa forma de enfocar las inversiones, la formación financiera de los clientes es un pilar fundamental. Algo en lo que los equipos de gestión y los prescriptores de producto necesariamente deben trabajar. Por lo tanto, necesitan formación específica.

La industria del asesoramiento y de la gestión de activos llevan tiempo formándose y están preparadas para ese reto. No es nuevo y lo saben bien las gestoras de fondos porque las exigencias en materia ESG de los inversores institucionales ha sido catalizadora en cualificación de equipos y de productos.

«Sus exigencias nos han servido para aplicar la máxima calidad a nuestro productos ESG», explica Eduardo Ripollés, responsable de negocio institucional y ventas en Mapfre AM.

Ahora esa experiencia debe trasladarse al particular. Si no se producen retrasos, el próximo 2 de agosto entraría en vigor el test de idoneidad que incluye la sostenibilidad en la venta de productos; lo que se considera el gran espaldarazo a la comercialización masiva de los productos ESG.

Y, más allá de los requisitos formales que defina ESMA -la normativa no está cerrada- va a ser necesario explicar la sostenibilidad con menos tecnicismos que los que define la regulación, según se debatió en la jornada de ASEAFI.

«Es un tema de saber enfocarlo para el cliente. De saber preguntarle sin apabullarle y de explicarle las cosas de manera sencilla», señala Georgina Sierra, responsable de estrategias de inversión en Diverinvest.

Una idea que también comparte Carlos Capela, director de distribución para España, Portugal y Andorra de Federated Hermes Limited, que reconoció que los clientes agradecen que se les explique los conceptos con sencillez; incluso en temáticas complejas, como el engagement.

La implicación es una de las estrategias clave de la inversión ESG, pero es compleja de explicar y, sin embargo, añade mucha calidad a la inversión responsable. Otro reto formativo.

La ESG necesita datos y una regulación definida

Si la ‘green evolution’ es visible, la realidad es que todavía la ESG en algunos aspectos se mueve sobre arenas movedizas. Quizás la regulación es uno de los más visibles.

Los ejecutivos de EY que participaron en el evento de ASEAFI –Mario Delgado, socio de regulación financiera, y Javier Ybarra, director de risk compliance y sostenibilidad-, repasaron el intenso año en aplicación normativa que tenemos por delante y también insistieron en la necesidad de una legislación armonizada en todos los mercados europeos.

Las diversas normativas impulsadas desde la Unión Europea están siendo catalizadoras de la inversión responsable -han dado visibilidad a cómo era la gestión sostenible de los fondos- pero todavía no están cerrada; algo que provoca que algunas gestoras estén optando por ser conservadoras con el lanzamiento de productos.

Nadie quiere ser acusada de greenwashing. Y para tener la seguridad, incluso en la composición de carteras, otra gran conclusión es que se necesitan más datos y de calidad.

La Unión Europea también está tratando de dar respuesta a este problema, con la puesta en marcha de la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa, tal como recordó Esther Colomer, consultora ESG en Ética.

Hasta entonces existirá un «desfase de datos», avanzó Colomer. Tendrán que ser los inversores -y no los reguladores- los que fuercen a las empresas a publicar información medioambiental, social y de gobernanza suficiente para poder adoptar decisiones de inversión.

Una de las herramientas con la que contarían ahora mismo serían bases de datos ‘objetivas’, como las de Refinitiv, que ofrece información de 10.000 cotizadas y también trabaja ya con datos de empresas ajenas a la bolsa. Así lo explicó Pedro Santuy, proposition sales en Investment Banking Refinitiv, durante su intervención en la jornada de ASEAFI.

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