No todos los precios del carbono fuerzan a pagar por contaminar

La disparidad de precios de referencia provoca que las compensaciones por emisiones de CO2 no siempre cumplan con el objetivo de limitar la contaminación

A mediados de agosto, el precio del carbono en Europa alcanzó un máximo histórico a poco más de 99 euros por tonelada de emisiones de dióxido de carbono.

Un precio que desde entonces ha retrocedido, pero que marcó un hito para este mercado en la Unión Europea, que nació el pasado 2005.

Bajo este programa, las empresas pueden intercambiar derechos de emisión por las toneladas de CO2 que emiten, por lo que cuanto mayor sea el precio, más incentivos tienen para reducir las emisiones de gas que calientan el Planeta.

Pero el mercado europeo no es el único que existe. Existen otros, en un contexto en el que alrededor de 2.000 empresas que establecen «precios internos del carbono», dando un valor a sus propias emisiones contaminantes como parte de su estrategia de descarbonización.

Sin embargo, se trate de mercados regulados gubernamentalmente, se trate de valoraciones corporativas, no todos los precios del carbono realmente hacen pagar.

Por ejemplo, en la región de Asia Pacífico, los mercados de carbono cuentan con una actividad comercial relativamente baja, y los precios son demasiado reducidos para obligar a los grandes emisores a cambiar su comportamiento.

Solo los precios en Nueva Zelanda están cerca de los europeos. Así, los precios de Corea del Sur son la mitad de los de Nueva Zelanda, mientras que en el caso de China ‘contaminar’ es mucho más barato, ya que el precio de las emisiones es inferior a los 10 dólares la tonelada. No obstante, los volúmenes de negociación también son muy bajos.

En el caso de India, que es el tercer país por volumen de emisiones por detrás de China y los Estados Unidos, solo cuenta por el momento con un mercado voluntario que no exige a las compañías más contaminantes que participen.

El salto en el lado empresarial

En el lado corporativo, el número de empresas que están poniendo precio a su propia huella de carbono se ha duplicado de 2015 a 2020.

Sin embargo, el precio interno del carbono no puede considerarse una referencia de mercado. Los precios oscilan entre el dólar por tonelada (algo que parece muy complicado que realmente influya en las decisiones corporativas), a 760 dólares por tonelada (mucho más alto que el precio récord en la UE).

Tan importante como el precio interno fijado para el carbono es cómo funciona el mecanismo dentro de cada compañía. Y son también diferentes. Por ejemplo, Microsoft o Acciona Energía los utilizan y provocan una transferencia interna de fondos dentro de la propia compañía.

Pero los precios son relativamente bajos. Microsoft los establece en los 15 dólares por tonelada, mientras que Acciona los reduce a 6 dólares.

Otra herramienta común son los precios ‘en la sombra’ (shadow prices). Los utilizan unas 500 compañías, incluidas algunas de las más importantes del mundo de petróleo, gas y minería (como BP, Shell y BHP Group).

Los precios en la sombra no implican ningún intercambio real de fondos dentro de las empresas. Son solo una evaluación de riesgos, pero que resulta especialmente útil para las compañías que actúan en diversas jurisdicciones y que necesitan anticipar regulaciones y distintas políticas en materia de fijación de precios.

También existen otros mecanismos de precios internos, como los implícitos. Estos se calculan tomando como referencia los costes de las inversiones pasadas y que se impulsaron para cumplir con las normativas climáticas.

Asimismo, existen enfoques híbridos, que combinan tarifas internas, precios negociados o en la ‘sombra’ y compensaciones de carbono adquiridas a terceros, aunque no son ni populares ni efectivos.

Independientemente de cómo se establezcan, los precios del carbono son, en última instancia, una herramienta para impulsar los compromisos climáticos. Los precios altos empujan a sus empresas a cambiar sus fuentes de energía, cambiar los procesos industriales y potencialmente reconsiderar los países en los que pueden operar.

No todas las empresas podrían operar con un precio del carbono de 760 dólares, pero en algunos años, muchos tampoco podrán calcular 1 dólar de coste.

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