La ESG aprovecha el síndrome posvacacional

Los estados de ánimo afectan a las decisiones de inversión y la ESG no escapa a ello

Vuelta al trabajo, crecen las acusaciones de greenwashing, la sostenibilidad corporativa se se politiza, los glaciares se derriten…

Son todas noticias sombrías para la mayoría de inversores, pero para la ESG podría esconder algo bueno: muchos inversores optarán por comprar fondos sostenibles cuando estén deprimidos y tristes, de acuerdo con un estudio que analizan cómo afectan las emociones a las decisiones de inversión.

“Cuando el estado de ánimo decae, incrementa los flujos hacia fondos sostenibles”, señala Alexandre Garel, profesor asociado en Audencia en Nantes, Francia.

Garel, junto con los profesores Adrian Fernandez-Perez de la Universidad Tecnológica de Auckland en Nueva Zelanda e Ivan Indriawan de la Universidad de Adelaida en Australia, decidieron estudiar el papel de las emociones las preferencias de inversión hacia los productos que tratan los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza.

Se centraron en dos teorías en opuestas:

La primera se basaba en la idea de que los activos sostenibles son, generalmente, alternativas con menor riesgo y que las personas con «un estado de ánimo más bajo» tienen a ser más reacias al riesgo.

La segunda examinó la idea de que un «estado de ánimo positivo» promueve conductas pro-sociales y mayor altruismo.
Ambas teorías fueron comprobadas y la tendencia indicó que cuánto peor es el estado de ánimo, más proporción de dinero se destina a activos sostenibles por la percepción de que son inversiones más conservadoras.

Para capturar el cambio en el estado de ánimo promedio de los hogares por un mes dado, los profesores usaron una métrica llamada «inicio y recuperación”, que mide los estados de ánimo en relación con la ubicación geográfica y las estaciones, y luego lo compararon con los flujos de inversión en productos sostenibles en 25 países durante el período 2018-2021.

En general, los fondos con calificaciones de sostenibilidad más altas por Morningstar, tendían a atraer más capital. Más importante aún, descubrieron que en el momento en que aumentaba «la depresión» estacional, se producían mayores entradas de dinero en fondos con elevadas notas en sostenibilidad.

«Sin embargo nuestro estudio deja una advertencia», señala Garel. «Dadas las características de nuestros datos no podemos probar si el estado de ánimo mejora después de invertir en fondos sostenibles», apunta.

Además, el estudio no busca ir más allá ni demostrar que «la tristeza es buena para el medio ambiente o la sociedad», puntualiza uno de sus autores.

Ahora en portada