La cara positiva (tiene una) del greenwashing

El primer semestre ha sido duro para la ESG, cuestionada por los casos de greenwashing, su exposición a Rusia antes de la guerra o su mala evolución en términos de rentabilidad. Pero este 'test de estrés' puede ser positivo a largo plazo

Mucho se ha escrito últimamente alrededor de la crisis que vive la ESG. En el mejor de los casos sus críticos colocan a este modelo de inversión en una encrucijada. En el peor, la juzgan señalan que el espíritu de supervivencia de Wall Street ya la condenó desde el comienzo.

Aproximadamente 2,7 billones de dólares están invertidos en productos relacionados con criterios ESG.

Aunque ya existía una cierta suspicacia hacia estas estrategias por las prácticas del marketing verde y la sombra del greenwashing, las fuertes caídas sufridas este año por el mercado ha incremando el escrutinio y cuestionado una de sus promesas financieras: que ayuda a limitar las pérdidas en las recesiones.

Con los reguladores acechando, algunos inversores han comenzado a salir de los fondos con etiqueta ESG, mientras que ciertos políticos y algunos multimillonarios –he ahí el caso de Elon Musk– están cuestionando a la industria.

Algunos analistas, como los de Credit Suisse, defienden que de cara a la segunda parte del año puede sentirse la salida de dinero ante la subida de tipos de interés.

Pero no todos estan escribiendo el epitafio de la ESG. De hecho, algunos ven un efecto positivo a la prueba de fuego a la que se está viendo sometida la inversión responsable.

Por ejemplo, Todd Cort, profesor de la Universidad de Yale y Georg Kell y presidente de Arabesque Asset Management, en un artículo publicado por Barron’s hace varios meses en la que pronosticaba que el debate sobre «la validez de la ESG» lejos de presagiar su final, forzaba una «transición hacia una mejora importante».

La crisis de la ESG la forzará a transicionar para mejorar

En los últimos días, Cort ha reiterado su visión de que la ESG no va a desaparecer; al contrario. La combinación de cambios regulatorios y tecnológicos, el impacto de la crisis climática y la evolución de las normas sociales la convertirán en algo todavía más importante en el futuro, defendió en una entrevista.

Si bien el vínculo entre ESG y la rentabilidad es difícil de evaluar a corto plazo, ocurre lo contrario a largo plazo porque el fracaso de las empresas para descarbonizar sus operaciones causarán “enormes y potencialmente daños irreversibles”, escribieron Cort y Kell en un análisis titulado «La ESG 2.0 está en desarrollo».

Además, existe un peligro real de que la reacción actual contra ESG ralentizará el movimiento de capital hacia más inversiones sostenibles justo cuando ese dinero es más urgente y necesario, señalaron.

Muchas empresas están desarrollando productos “más inteligentes, más limpios y “modelos de negocio ágiles” para hacer frente a la crisis climática y esto la adhesión a ESG jugará un papel central en la transición, dijo Cort, quien es codirector del Centro de Negocios y Medio Ambiente de Yale y de su iniciativa sobre Finanzas Sostenibles

Ahora en portada