La biodiversidad gana puntos en medio de la tormenta energética por la guerra

Cada vez crece más la oferta de productos de inversión sostenible dedicados a la biodiversidad. El foco está en la recuperación de los ecosistemas dañados por el cambio climático

Con los precios de la energía disparados a causa de la guerra en Ucrania, las gestoras están acelerando su apuesta por la biodiversidad, una de las temáticas llamadas a ser protagonistas en esta década.

Mientras el petróleo, el gas natural y la electricidad continúan en sus niveles más altos de los últimos años por la invasión de Ucrania, la industria de gestión de activos está buscando alternativas de inversión.

Aquí se abre camino la financiación destinada a corregir el impacto del cambio climático en la biodiversidad, entendiendo el concepto como la recuperación de los ecosistemas que han sido dañados por el calentamiento global o por la actividad del ser humano.

Cada vez crece más la oferta de productos de inversión responsable relacionadas con esta temática, que sirve como complemento a otras como la reducción de emisiones para corregir la huella de carbono o la inversión en renovables, las tendencias más extendidas entre las grandes gestoras para revertir el cambio climático. 

Un fondo que mide la pérdida de biodiversidad

La última gestora en lanzar un fondo relacionado con la biodiversidad ha sido Federated Hermes, que esta semana presentó su nuevo fondo de inversión Biodiversity Equity Fund. Se trata de un producto clasificado como artículo 9, la mayor categoría sostenible según establece el Reglamento de Divulgación (SFDR) europeo.

Este fondo, según la entidad, “satisface la demanda crítica de soluciones”. Con foco a largo plazo, la cartera está concentrada en empresas que contribuyan a preservar y restaurar la biodiversidad.

“Los efectos negativos de la pérdida de biodiversidad suponen un riesgo sistémico para la economía mundial y debemos dejar de dar por sentado la permanencia de la naturaleza”, explica Ingrid Kukuljan, gestora responsable del fondo. 

“Creemos que ahora es un momento crucial para invertir en las empresas que ayudan a mitigar el declive. Estamos convencidos de que existen valores de calidad que ofrecen a los inversores un acceso rentable a esta megatendencia”, detalla.

Los gestores de Federated Hermes han definido seis temas a abordar por parte del fondo: la contaminación terrestre; la contaminación y explotación marina; las condiciones de vida insostenibles; la agricultura insostenible; la deforestación y el propio cambio climático. 

Otro de los puntos importantes está en la labor de engagement con las compañías, un apartado en el que Federated Hermes ha puesto el foco en los compromisos respecto al cambio climático, la deforestación, los sistemas alimentarios sostenibles y los plásticos.

Está, a su vez, desarrollado en colaboración con el Museo de Historia Natural de Reino Unido, ya que se utiliza como métrica el Índice de Integridad, una herramienta que calcula la pérdida de biodiversidad en una zona a través de una combinación de datos sobre el uso del suelo, el ecosistema, las especies o la población. De ahí, se obtiene una cifra de “integridad”, esto es, el porcentaje de la comunidad ecológica natural de la zona que aún persiste.

“Estamos encantados de ver el lanzamiento de este fondo. Juntos podemos doblar la curva de la pérdida de biodiversidad y crear un mundo en el que tanto las personas como el planeta puedan prosperar”, dijo Doug Gurr, director del Museo de Historia Natural. El organismo recibirá un 5 por ciento de los ingresos netos por comisiones del fondo.

Bonos y biodiversidad, la otra apuesta

Más allá de invertir directamente en cotizadas, otras gestoras han optado por añadir la combinación bonos y biodiversidad en su oferta.

La gestora británica Jupiter presentó en febrero otro fondo -en la modalidad sicav-, Global Ecology Bond, compuesto por una cartera de bonos emitidos por empresas de todo el mundo centradas en conseguir los objetivos de sostenibilidad y medioambiente. 

Se trata de otro artículo 9 integrado por entre 60 y 90 posiciones pero que cuenta con “flexibilidad para invertir en todo el universo de deuda corporativa”, según explicó Jupiter.

No es la única entidad. La gestora francesa AXA, que gestiona más de 15.000 millones de euros en bonos verdes, lanzó hace un mes el fondo WF ACT Dynamic Green Bonds para captar oportunidades de financiación en la transición energética.

La estrategia, en este caso, se centra en el crédito de alto rendimiento (high yield) y en la deuda de mercados emergentes.

“En los últimos años, la lucha contra el cambio climático ha impulsado un fuerte crecimiento en el mercado global de bonos verdes. A medida que continúa su expansión, esperamos un aumento significativo de la proporción de emisores high yield y de emergentes”, explica Johann Plé, gestor del fondo. El fondo se sustenta en cuatro pilares: promover edificios verdes, conseguir un ecosistema sostenible, un transporte con bajas emisiones de carbono y soluciones energéticas inteligentes.

La gestora neerlandesa Robeco es otra de las que se ha apuntado a la biodiversidad. “No es algo que tan solo es agradable de tener en el contexto de la ESG, es el interés de nuestros clientes y el rendimiento a largo plazo de las inversiones”, dijeron en un informe reciente.

Con más de 60.000 millones de euros en patrimonio ESG, según los datos del informe anual Mutual Funds Poster de PwC, cerca de un 30 por ciento de la cartera de Robeco se destina a inversiones en sectores con “impactos potencialmente altos o muy altos” en la pérdida de la biodiversidad como el farmacéutico, la industria química o textil y las telecomunicaciones.

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