8 metales ganadores en la transición energética

El cobre y el níquel son dos metales claves para la descarbonización, mientras que otros como el paladio y platino podrían multiplicar por seis su valor

El cobre sirve como medida de las dificultades que puede afrontar la transición energética

Algunos de los metales ligados a la transición energética podrían disparar su valor en los próximos años a medida que se acelera la descarbonización.

Si se cumple el objetivo net zero en 2050, el precio de metales como el cobre o el níquel, los más usados en la transición, y otros como el aluminio, la plata, el platino, el paladio, el zinc y el plomo se multiplicará por seis, según un estudio de la gestora francesa OFI AM.

Esto representa, por un lado, un encarecimiento del precio de estas materias primas, fundamentales para las tecnologías de generación energética renovable. Pero por otra parte, genera una oportunidad de inversión según los analistas de la gestora.

Enfoque a medio y largo plazo

En OFI AM están “convencidos de que el precio de los metales subirá de forma significativa” ya que esperan un fuerte aumento de la demanda y el déficit de oferta. 

Su importancia radica en que son básicos para las tecnologías de generación eléctrica a partir de fuentes renovables. Así, ganan peso en el uso de energías como la eólica y la solar, las más extendidas en la industria renovable, y en otras con menor presencia como la biogás, la hidroeléctrica y el hidrógeno verde.

Su uso se vincula incluso a una energía, la nuclear, que genera discrepancias por su aplicación en la transición energética.

Las previsiones de la industria renovable para cumplir con los objetivos a 2050 indican la necesidad de usar estos metales. Para entonces, se prevé multiplicar por cinco la capacidad fotovoltaica de 2020, de 130 gigavatios (GW). 

Los metales también son indispensables para el desarrollo del coche eléctrico, que recientemente recibió un nuevo impulso en Europa a su ruta net zero. En 2030, los objetivos de descarbonización apuntan a una cuota de mercado del 60 por ciento frente al 5 por ciento actual.

Todo ello, conllevará que las inversiones anuales en infraestructuras para la transición energética se dispararán desde los 1,2 billones de dólares actuales hasta los 4,3 billones, según cálculos de OFI AM.

Cómo se beneficiará cada metal

En un análisis más detallado, el estudio apunta a las condiciones que beneficiarán el impulso de los metales mencionados.

Así, las energías bajas en carbono supondrán el 40 por ciento de la demanda de algunos como el cobre para finales de esta década, si bien en 2050 se habrá usado el 90 por ciento de las reservas actuales.

El precio del níquel, el más usado en la movilidad sostenible, se beneficiará de la fabricación de baterías de litio para vehículos eléctricos. Su amplio uso para la fabricación de acero inoxidable podría provocar, no obstante, problemas de stocks y una subida de los precios de cara a 2040, según el estudio.

El aluminio se usa en paneles fotovoltaicos y otros componentes de las turbinas eólica. Aquí el gran beneficiado será China, el mayor productor del mundo, cuyos planes net zero a 2060 apuntan a “fuertes restricciones a la producción”. En ese entorno, los precios del aluminio subirán tanto por las restricciones a la oferta como por la previsible subida de la electricidad ligada a la transición energética.

En una situación parecida se encuentra la plata, el mejor conductor de electricidad, y que también se usa para fabricar las baterías de vehículos.

El platino y el paladio, por su parte, son dos componentes claves para las industrias del hidrógeno verde, así como para el almacenamiento energético; uno de los retos que entraña la ruta hacia la descarbonización de la economía.

Por último, el zinc y el plomo, usados principalmente en infraestructura de energías solar y eólica, también están llamados a disparar su precio. Por ejemplo, en el caso del plomo, el desarrollo de 45.000 kilómetros de cable eléctrico en la próxima década provocará que la demanda se dispare en un 45 por ciento hasta 2040, con los precios del metal de la mano.

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