El consumo energético del bitcoin dispara las alarmas

El minado del bitcoin aumentó de 2016 a 2021, llegando a utilizar más energía que algunos países soberanos, y sin apoyarse lo suficiente en energías renovables

Bitcoin

El minado de bitcoin consumió el doble de energía que toda la que utilizó Portugal durante 2020, y dos tercios menos de lo que empleó España durante el mismo año.

Así lo reflejaban en su último estudio los expertos de la Universidad de Nueva México, en Albuquerque, y lo recogían también las cifras del índice de consumo de electricidad del bitcoin, publicado por la Universidad de Cambridge.

De acuerdo al análisis de los primeros expertos, basados en los datos de la tasa de hash del bitcoin de enero de 2016 hasta diciembre de 2021 (la tasa que mide el poder computacional utilizado para minar un bitcoin), la criptomoneda líder del mercado consumió en 2020 unos 75,4 TWh de electricidad.

Los últimos datos de la Universidad de Cambridge, que actualiza su índice cada 24 horas, planteaban que en un escenario intermedio, el minado de bitcoin consumía actualmente cerca de 96 TWh, cifra que se reducía hasta los 46 TWh en el escenario de cálculo más bajo, y hasta los 162,12 TWh.

Unas cantidades intermedias de 75,4 y 96 TWh claramente superiores a los 48,5 TWh que atribuidos a Portugal en 2020, y que confirman registros como los de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), aunque todavía por debajo de un consumo energético de España que en 2020 se disparó hasta los 229 TWh, de acuerdo a los datos proporcionados por EIA, y por empresas como Red Eléctrica.

El bitcoin y la contaminación global

Si la cifra de consumo energético en el minado de bitcoin resulta chocante al ponerse en contraste con países soberanos, lo es incluso más al poner el foco sobre el origen principal de esta energía.

Tal y como relata el estudio de los expertos Benjamin Jones, Andrew Goodkind y Robert Berrens, datos proporcionados por la Universidad de Cambridge sugieren «que la mayor parte de la electricidad utilizada para la minería de criptomonedas como el bitcoin, procede del carbón y del gas natural».

«A nivel mundial, se estima que el 39 por ciento de la minería de proof of work se alimenta de energía renovable, lo que significa que los no renovables, como los combustibles fósiles, alimentan a la mayoría restante, que es de cerca del 61 por ciento», explicaban en su informe.

Ante el considerable uso de energía de combustibles fósiles, por tanto, el análisis de estos expertos rescataba la disección académica realizada en un informe de estimaciones sobre el valor monetario de la contaminación del aire, y de los impactos en la salud humana, que tenía la minería de criptomonedas.

Y en dicho informe se establecía que, ya en 2018, cada dólar de valor de mercado del bitcoin creado a través de la minería, se asociaba con 0,49 dólares en daños combinados para la salud y el clima en los Estados Unidos.

Ante estos datos, el estudio estimaba que minar un solo bitcoin en 2021 suponía emitir unas 113 toneladas métricas de CO2 equivalente, unos registros 126 superiores a las cantidades emitidas para minar una de estas criptomonedas en 2016.

La apuesta del ether presiona al bitcoin

Ante una nueva constatación del impacto climático provocado por el frenesí de las criptomonedas, el escrutinio sobre el bitcoin continúa intensificándose.

Un ejemplo de ellos es que el Parlamento Europeo estuvo muy cerca de prohibir el minado bajo formato de proof of work, que es el método empleado por el bitcoin, como forma de minado legal en la Unión Europea.

Pese a que el la cámara continental terminó rechazando la imposición de esta prohibición, el marco regulatorio aprobado por el comité europeo sí cuenta con un compromiso formal para que el ecosistema de los criptoactivos pivote hacia un modelo más sostenible, buscando así que el sector estudie como minimizar el gasto energético acumulado durante el proceso de minería de los criptoactivos.

Y ante esta búsqueda de compromisos por parte del criptomercado, cada vez más miradas de inversores se dirigen hacia el ether, que este mes de septiembre llevó a cabo una fusión de su red que, de acuerdo a la propia plataforma, reduce su consumo de energía en un 99 por ciento.

Una transición que desde BBVA, por ejemplo, comparaban con «cambiarle a un coche su motor diésel por uno eléctrico mientras está en marcha», y que valoraban positivamente por su aporte a la sostenibilidad dentro del criptomercado.

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