La ESG se enreda con la ética sin antes solucionar el desconcierto por sus rankings y fondos

Los rankings ESG siguen dejando calificaciones contradictorias sobre empresas, extendiendo el clima de confusión que reina en sectores como el de los fondos de inversión

Prevención de riesgos ESG

Durante los últimos años, la proliferación de rankings ESG provocó una incertidumbre que está llevando a los inversores preocupados por la sostenibilidad a reclamar una estandarización de estas evaluaciones, puesto que así se podrían evitar los lavados de cara de las empresas a costa de una causa que, en principio, está cargada de buenas intenciones.

En las últimas semanas, por ejemplo, esta disparidad entre criterios de calificación ESG se pudo observar en el sector de la telefonía móvil, desde donde los cuatro grandes operadores con presencia en España presumieron de las buenas calificaciones concedidas a sus estrategias de sostenibilidad, cuando estas son realmente incomparables.

En una nueva instancia de este caos a la hora de establecer criterios de sostenibilidad, no obstante, el ecosistema financiero se encontró también con el añadido de un nuevo concepto difícilmente cuantificable, el de la ética y la responsabilidad empresarial.

Una idea que, paradójicamente, entró en juego como instrumento de medición, a la vez que otros expertos denunciaban en Social Investor la falta de claridad del sistema respecto a la definición de los fondos sostenibles.

La distinción ESG a Iberdrola

El último ejemplo de esta propagación de ratings ESG que miden elementos muy dispares llegó con la última distinción otorgada a Iberdrola.

Según apuntó la compañía energética en un comunicado, Ethisphere, una institución que se define como «la líder mundial en la defensa y promoción de prácticas empresariales éticas», seleccionó a Iberdrola como «una de las compañías más éticas del mundo«.

Una distinción que le sirvió para convertirse en la única empresa española presente en esta clasificación, así como para grabar su nombre por décima vez en la historia de publicación de estos rankings.

Iberdrola, asimismo, inscribió su nombre junto a grandes internacionales, puesto que en la edición de 2023 se reconoció a 135 compañías, entre las que se encontraban nombres como Apple, Dell e IBM, además de firmas como Fedex, Mastercard y Pepsi, por citar a algunas de las empresas premiadas con esta distinción.

El problema es que, de acuerdo a los detalles ofrecidos por Ethisphere, la puntuación obtenida en esta clasificación se extrae de la autoevaluación que llevan a cabo las empresas apuntadas a este programa, que tienen que responder a 200 preguntas de opción múltiple acerca de sus estrategias en materias como la gobernanza, la cultura ética, o el impacto social y medioambiental.

Una autoevaluación, por tanto, que no solo carecía de auditoría externa, sino que contrastaba con la publicación hace escasas semanas de otro ranking ESG más. Uno en el que era Inditex quien se alzaba como empresa más responsable dentro del IBEX 35, mientras que Iberdrola caía al puesto número 33.

Una vara de medir ESG muy distinta

De acuerdo a la clasificación elaborada por Merco, que se define como el monitor corporativo de referencia en América Latina y que lleva evaluando la reputación de las empresas desde el año 2000, la empresa del IBEX 35 «más responsable de 2022 en materia ESG» fue Inditex, que ocupó el puesto número 3 de una lista de 100 empresas e instituciones españolas encabezada por Once y Mercadona.

Así pues, Merco apuntó que su «medición holística de la sostenibilidad empresarial» se elaboró gracias a la participación de encuestas a representantes sociales y empresariales muy variados, como los 1.116 directivos que colaboraron, o los 100 analistas financieros y los 121 periodistas.

De estas 49.073 encuestas realizadas, por tanto, Merco estableció que Inditex era una de las empresas «más responsables en el ámbito social, interno y con clientes», o «más responsables con el medio ambiente», consiguiendo un total de 8.381 puntos que superaban notablemente a los 5.456 conseguidos por Iberdrola.

Una vara de medir del desempeño ESG de cada empresa que, como se explicaba, llama la atención al mercado por su disparidad de conclusiones, y que obliga a plantear qué peso real deben tener estas clasificaciones.

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