Tercer sector: la fuerza económica que la política ignora

El tercer sector español aporta el 5% del PIB y emplea al 10% de la fuerza laboral, pero sigue siendo ignorado en la agenda pública y por la inversión ESG

Representantes de las principales fundaciones españolas, durante el foro organizado por Grupo Economía Digital en Madrid, analizando el papel del tercer sector en la cohesión social y su peso económico en España.

El tercer sector en España no es solo un conjunto de ONG o fundaciones compasivas: es una fuerza económica con músculo propio. Según Silverio Agea, director general de la Asociación Española de Fundaciones, su impacto puede llegar a representar el 5% del PIB y emplear al 10% de la fuerza laboral española —más de 600.000 trabajadores—. Y ojo, que la financiación pública en fundaciones está por debajo del 25%, lo que desmonta el mito de un sector enteramente dependiente del erario.

Este dato no es anecdótico: el sector tiene peso real y protagonismo económico, pero su percepción por la opinión pública sigue encasillada en la imagen de grupo subsidiado y asistencialista. Como resumió Juan García, editor de Grupo Economía Digital —propietario de la revista Inversión— y moderador del foro que reunió en Madrid a las mayores fundaciones de España, "hablamos de un sector que mueve decenas de miles de millones y genera cientos de miles de empleos. Sin embargo, la gente cree que son solo receptores de subvenciones públicas".

Una sociedad con brechas cada vez más profundas

La realidad es mucho más compleja —y menos complaciente—. Marc Simón, subdirector general de la Fundación “la Caixa”, lanzó una advertencia directa: "Estamos ante una sociedad que genera más desigualdad que nunca. Cada crisis deja una brecha mayor". La desigualdad se enquista y el acceso a los derechos se atasca en burocracias infinitas. "Nos hacemos cargo de los problemas más complejos. Por eso el sector fundacional está creciendo tanto. Tener una sociedad más justa es lo más inteligente para un mayor progreso", afirmó.

La apuesta de la Fundación “la Caixa” consiste en movilizar más de 4.000 millones de euros en inversión social hasta 2030 para acelerar esa transformación y expansión económica desde una vertiente social. Lourdes Márquez, directora de alianzas en Fundación ONCE, coincide con el diagnóstico: "El crecimiento o es inclusivo, o no lo será". Toca mirar de frente el gran desafío demográfico para alcanzar esa meta: "Dos tercios de las personas con discapacidad tienen más de 65 años. Lo que hoy hacemos por ellas es la base para lo que necesitarán las personas mayores mañana".

La desconexión entre política y realidad social fue otro eje del debate. Para Juan José Juárez, senior project manager en Fundación Bertelsmann, la distancia entre la detección de un problema y la respuesta política tiene consecuencias palpables: "Han pasado diez años desde que se aprobó la FP dual hasta que las empresas han tenido un camino claro para implicarse. Perdimos una década". "Somos la avanzadilla: abordamos problemas que no están en el debate, pero que mañana serán centrales", avisó.

Alianzas: multiplicar el impacto y dejar atrás la competencia

Las alianzas entre fundaciones son una pieza clave en el actual contexto social. La colaboración no siempre fue natural ni frecuente, pero la crisis de 2008 y la pandemia obligaron a cambiar el chip. "Descubrimos que funciona", reconoció Agea, y añadió: "Esto no va de tamaño, va de adaptación". Más allá de competir, toca sumar esfuerzos y multiplicar el impacto.

Ejemplos como el de María Eugenia Coronado, directora general de Fundación Naturgy, ilustran la fuerza de estas alianzas: "Sin los 60 convenios con CáritasCruz Roja y otras entidades, jamás habríamos llegado a las 300.000 familias que ayudamos contra la pobreza energética". Para ella, la confianza y la trazabilidad en el manejo de datos son el cemento que sostiene estas colaboraciones.

Un mensaje parecido llega desde la Fundación Atlantic Cooper. Su directora, Ángeles Sánchez, lo resumió así: "Para nosotros siempre han sido claves las alianzas, y es lo que ha ayudado a esta fundación a llegar a todos los sectores que abordamos"

El eslabón perdido entre inversión y cohesión social

Pero la gran brecha sigue siendo la conexión con la inversión ESG. El foro dejó claro que las fundaciones ya operan bajo lógicas de impacto, escalabilidad y retorno social. Sin embargo, el capital financiero y la regulación apenas les reconocen un lugar en la mesa. La ESG no solo debería hablar de gobernanza corporativa o de reducción de emisiones de CO2; también de brecha digital, pobreza energética y acceso efectivo a derechos básicos.

El tercer sector lleva años pilotando soluciones en estos frentes, pero sin métricas ni visibilidad en los mercados. Esa desconexión es un riesgo sistémico que, paradójicamente, ningún inversor o regulador parece estar evaluando. Mientras tanto, la fragilidad tecnológica y financiera del tercer sector —con recursos digitales solo al alcance de las grandes fundaciones y financiación dispersa— lo deja en tierra de nadie, lejos también de los grandes centros de decisión económica (salvo excepciones como las fundaciones empresariales).

La advertencia final

Y como ejemplo del papel central que juegan las fundaciones, Agea compartió con los asistentes al foro de Economía Digital su convencimiento de que en España, a diferencia de lo que sucede en Francia, "no hay más casos como el de Torre Pacheco gracias al trabajo de las fundaciones sobre el terreno". La advertencia queda sobre la mesa: sin un reconocimiento real al tercer sector y a su valor en clave ESG, España corre el riesgo de mantener una miopía que acabará pasando factura ante la atonía de las administraciones.

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