Abdou Gueye estaba tan decidido a llegar a España que realizó dos veces el peligroso viaje en barcaza desde su Senegal natal hasta el archipiélago canario. La primera vez, hace 25 años, las autoridades lo devolvieron. La segunda vez, hicieron más o menos la vista gorda. Así que se quedó, en un limbo legal, y durante los últimos cinco años se ha ganado la vida como limpiador, cocinero y peón agrícola.

Este hombre de 60 años no pudo obtener un permiso de residencia durante todo ese tiempo, pero vio una oportunidad cuando la semana pasada se extendió un rumor entre la comunidad de migrantes de la isla de Tenerife: el gobierno quería poner en marcha una “regularización masiva” de trabajadores indocumentados, incluidos los procedentes de África.