A veces se necesita una maniobra de relaciones públicas autocomplaciente para recordarnos lo que es importante. La inevitable interceptación de la flotilla de ayuda a Gaza el lunes fue una de esas ocasiones.

Como pretendían los organizadores del convoy, la detención del Madleen, un yate que transportaba cantidades irrelevantes de ayuda humanitaria, acaparó los titulares internacionales. La activista climática Greta Thunberg se encontraba entre los detenidos. En este drama, hecho para selfies, les contó a sus seguidores que había sido "secuestrada" y llamó a quienes la observaban para presionar al Gobierno sueco y liberarla. Así es: 'llamad a Suecia, ayudadme'. Y no tenía por qué preocuparse: el martes ya estaba en un avión de regreso a casa.