Durante mi reciente viaje por carretera en EE. UU., me sorprendí —acostumbrado a conducir un compacto en Londres— al comprobar que el todoterreno que me entregó la empresa de alquiler apenas alcanzaba los 42,5 km por litro, frente a los más de 72 km/l de mi coche habitual. El vehículo, un Ford Explorer, reflejaba una realidad más profunda: el país que lideró la revolución del esquisto continúa atrapado en su adicción al petróleo.

Según las previsiones de la Administración de Información Energética (EIA), EE. UU. consumirá de media 20,59 millones de barriles diarios en 2025, la cifra más alta en 18 años. La agencia ha revisado al alza sus estimaciones para 2024 y 2025, y es probable que el país supere su récord histórico de 20,8 millones de barriles diarios, registrado en 2005, antes de la crisis financiera.