La jugada «muy, muy peligrosa» de Japón con las energías verdes y el cambio climático

Los ministros de energía del G-7 se reúnen en Japón. Mientras, los planes del país anfitrión con el carbono se consideran "una mala idea financiera, ambiental y socioeconómica"

Mientras las economías más avanzadas del mundo discuten cómo abordar el cambio climático en Japón este fin de semana, el país anfitrión se enfrenta a un escrutinio incómodo de sus políticas para cumplir con los objetivos ecológicos. El G-7 se ha designado a sí mismo como líder moral en la misión global de descarbonizar el planeta.

Pero el plan de Japón sobre la supresión de las emisiones de carbono en su sector energético es un caso atípico entre sus colegas.

La actual trayectoria de reducción de emisiones se desvía demasiado del camino a recorrer para llegar al cero neto en 2050, según datos recopilados por Bloomberg y Network for Greening the Financial System, una organización de más de 100 bancos centrales y reguladores.

Debido a su enorme contribución al calentamiento del planeta, el G-7 ha hecho promesas a las Naciones Unidas que serían suficientes para ayudar a que el mundo se caliente menos de 1,5 grados desde los niveles preindustriales, según la organización sin fines de lucro Rastreador de Acción Climática.

Japón firmó la proporción más baja del G-7 en generación de energía sin emisiones de carbono

Aun así, Japón destaca por su enfoque, que se basa en gran medida en la captura de carbono, amoníaco e hidrógeno para seguir quemando combustibles fósiles. Y apuesta por estas tecnologías para mantener la energía a base de gas y carbón. «Es una jugada muy, muy peligrosa de los japoneses», considera Maria Pastukhova, asesora principal de políticas de la consultora E3G.

Su uso «todavía no se ha probado lo suficiente y no está claro si estas soluciones son escalables o con qué rapidez se puede reducir su actual coste». La renuencia del país asiático a alejarse del carbono se reflejó en el proyecto de comunicado que circuló antes del G-7 sobre energía y medio ambiente en la cumbre de ministros en Sapporo de este fin de semana.

Japón, junto con la UE y EEUU, expresó sus reservas sobre el establecimiento de una fecha límite en 2030 para eliminar gradualmente la energía del carbón. También se presiona para usar una retórica política que respalde el uso del hidrógeno y amoníaco y el apoyo a más inversiones en gas.

Asegurar los metales críticos para la construcción de tecnologías verdes está también bajo discusión, informó la NHK el viernes, y los miembros del G-7 están trabajando en un plan para asignar más de 7.500 millones de euros al desarrollo de cadenas de suministro que garanticen minerales como el litio y el níquel.

La propuesta puede ayudar a eludir las restricciones a la exportación de países como China y la India sobre materias primas críticas para la fabricación de baterías y la construcción de infraestructura de energía limpia.

«No es apropiado criticar a Japón porque toma un camino diferente al de Europa»

Portavoz del Gobierno japonés (Ministerio de Economía)

Japón firmó la proporción más baja del G-7 en generación de energía sin emisiones de carbono —solar, eólica, hidráulica y nuclear— durante 2021, según un análisis de BloombergNEF (BNEF). Se prevé que tendrá el segundo puesto por la cola después de Italia al final de la década.

El despliegue actual de energía solar y eólica está lejos de ser el necesario para alcanzar el objetivo del propio Gobierno japonés: entre el 36 y el 38 por ciento en 2030, según Ali Izadi-Najafabadi, analista especializado.

Varias investigaciones muestran que prolongar la dependencia de los combustibles fósiles hará que sea más difícil para los países alcanzar sus metas de cero neto, especialmente porque la energía limpia, como la solar y la eólica, ya es más barata que la del carbón en muchos lugares.

El uso de la captura de carbono, amoníaco e hidrógeno también requeriría un gran avance tecnológico para abaratar esos procedimientos. Usar la captura de carbono «para la generación de energía es una mala idea económica, ambiental y socioeconómica», dijo Matt Gray, director ejecutivo de una organización sin fines de lucro con sede en el Reino Unido,
Transición Cero.

«La modernización de las energías renovables, su almacenamiento y red es más barata, limpia y creará más puestos de trabajo».

BNEF predice que el amoníaco seguirá siendo mucho más caro que la energía solar y la eólica incluso en 2050, y los beneficios para el clima pueden ser limitados porque quemar el combustible puede generar óxido nitroso, un gas de efecto invernadero súper potente.

«Un camino diferente»

Por ahora, Japón solo tiene proyectos piloto de captura de carbono, ninguno de ellos alcanza la escala comercial, según el Instituto Global CCS. Así que «no es apropiado criticar al Gobierno solo porque [está] tomando un camino diferente al de Europa, que pone más énfasis en las energías renovables», respondió el Ministerio de Economía, Comercio e Industria japonés.

Japón no depende más de la captura de carbono y almacenamiento (CCS) que EEUU y el Reino Unido, que han prometido decenas de miles de millones de dólares de apoyo a la tecnología, insiste el Gobierno japonés.

Si bien muchos países confían en el CCS para ayudar a frenar las emisiones, gran parte de la atención se centra en sectores como el acero y la producción de cemento donde hay pocas alternativas libres de carbono.

Japón, sin embargo, tiene la intención de utilizarlos para mantener las plantas de carbón y gas funcionando durante décadas.

Incluso si el Gobierno japonés alcanza su objetivo de desarrollar instalaciones capaces de capturar 240 millones de toneladas por
año a mediados de siglo, solo eliminaría el equivalente de, aproximadamente, una cuarta parte de sus emisiones de 2020, según BNEF. Un artículo de  Aaron Clark (Bloomberg).

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