Las gasistas se apuntan a la deuda verde tras el taxonomygate

El sector se prepara para emitir deuda verde y mejorar sus costes financieros, aprovechando su designación como energía limpia en la UE

El patada para adelante que ha dado la Comisión Europea al proponer la inclusión del gas y la energía nuclear en la taxonomía sostenible, está teniendo repercusiones más allá de debate político y el rechazo de la industria de la inversión responsable y el activismo climático.

El sector gasista está viendo una oportunidad de oro para reducir sus costes financieros y ya estaría estudiando cómo dar el salto al mercado de deuda verde, teniendo en cuenta que una parte de sus inversiones (no todas las instalaciones de gas entran dentro de las que la Unión Europea considerará sostenibles cuando se apruebe el acto delegado).

De acuerdo con Bloomberg, algunos de los clientes de Nomura estarían hablando con el banco para preparar potenciales emisiones de bonos verdes. Algunas de sus ventajas de estas emisiones son los tipos de interés, normalmente más atractivos para los emisores que los de deuda habitual; lo que se conoce como greenium.

No obstante, estas emisiones, aunque estén alineadas con la taxonomía, pueden ser controvertidas para la industria de la inversión responsable que opte por mantenerse alejada de esta energía; al igual que de la nuclear (que ya es una de las energías en la lista de las exclusiones).

Muchos inversores institucionales rechazan el paso dado por la Unión Europea, que, además, contará con una taxonomía sostenible más laxa que la China o la de Rusia con esta inclusión.

Los numerosos compromisos de descarbonización anunciados antes de la COP 26 -y que suscriben varias gestoras españolas- también pueden limitar su inversión en bonos verdes de una empresa gasista.

Las emisiones verdes que en el pasado han realizado empresas de combustibles fósiles -y uno de los ejemplos ha sido Repsol- ya han sido muy polémicas, pero, en teoría, las de las gasistas sí pasarían el proceso de ‘evaluación’, una vez las dos energías sean incluidas formalmente en la normativa europea.

Para ser calificado como bono verde, el uso de los fondos debe estar alineado con la taxonomía en actividades sostenibles, de manera que con seguir alguna de las limitaciones impuestas por Bruselas, teóricamente obtendrían el aprobado.

Macron se mueve con la nuclear

No solo las empresas de gas están dando pasos gracias al taxonomygate. Emmanuel Macron ha anunciado un gran plan de inversiones en nuclear, con las que planea poner en marcha 14 nuevos reactores nucleares.

El presidente francés ya anunció hace unos meses que la energía nuclear sería uno de los ejes del programa de reactivación económica de Francia, y ahora, en un ambiente preelectoral, le ha puesto números y objetivo: que Francia sea independiente energéticamente.

La crisis energética que han impulsado los precios de la electricidad y que mantiene en vilo a Europa por el conflicto de Rusia con Ucrania, ayuda a la implementación de este tipo de mensajes.

Si, además, las inversiones nucleares se consideran sostenibles -no son emisoras de gases de efecto invernadero, pero se considera que pueden causar ‘otros’ daños significativos medioambientales- la jugada de Macron sería financiarlas a mejor precio e incluso con fondos europeos.

Por el momento, el activismo climático trata de presionar al Parlamento Europeo para que frene la norma (tendría que ser rechazado por la mitad de los europarlamentarios).

Si pasa, también tendrá que ser refrendada en el Consejo Europeo. España ha mostrado su total oposición.

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