La guerra en Ucrania rompe la buena racha de la deuda verde

La guerra en Rusia pone fin al crecimiento imparable de la financiación sostenible. Cae un 18% en el primer trimestre, afectada por el conflicto

La financiación sostenible no ha podido escapar a los efectos negativos de provocados por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En el primer trimestre ha puesto fin a su trayectoria imparable de crecimiento.

La caída de los créditos verdes y de la deuda con componente social habrían sido los principales inductores del cambio.

De acuerdo con datos de Bloomberg, en los tres primeros meses del año el conjunto de las financiaciones sostenibles (todas las versiones de bonos y también los créditos) habrían alcanzado los 322.000 millones de dólares, lo que supone una caída del 18 por ciento respecto a las cifras del mismo periodo de 2021.

En los tres primeros meses del año pasado, los volúmenes llegaron a superar los 390.000 millones.

Las emisiones de bonos social se habrían reducido aproximadamente un 64 por ciento, lo que supone la mayor caída entre todas las categorías.

Este retroceso no solo se habría visto afectado por el conflicto bélico, sino también porque a medida que la pandemia de coronavirus ha ido remitiendo, las colocaciones sociales han sido menos necesarias.

La segunda mayor caída sería para los créditos verdes, cuyos volúmenes se habrían reducido más de un 40 por ciento en doce meses.

En cuanto a los bonos verdes, a pesar de que el volumen de emisiones creció en marzo respecto a febrero -se colocaron 13.500 millones en marzo, frente a los 2.700 millones de febrero, la cifra en el conjunto del trimestre es un 7 por ciento inferior.

El nuevo tramo de deuda verde española, u otras emisiones de soberanos, como la de Canadá, que puso en circulación 4.000 millones de dólares, ha ayudado a que el retroceso sea menor que en otro tipo de emisiones.

El oasis de los bonos ligados a objetivos de sostenibilidad

La categoría que mejor se habría comportado en el arranque del año habría sido la de bonos ligados a objetivos de sostenibilidad. No solo habrían crecido entre febrero y marzo, sino que su mejora en lo que llevamos de año es realmente significativa: de un 140 por ciento.

Esta variedad de deuda es útil para que numerosos sectores se incorporen al segmento de financiación sostenible. Ofrecen la oportunidad de ligar el crédito o el bono a determinados compromisos de sostenibilidad que, de no cumplirse, suponen un incremento del tipo de interés.

El año pasado se habrían puesto en circulación emisiones por 110.000 millones y las previsiones apuntan a que la cifra podría doblarse, de acuerdo con Bloomberg, que cita a Moody’s como fuente.

Es una modalidad de deuda que también se está utilizando en deuda soberana. Chile, por ejemplo, es uno de los países que se ha estrenado en este tipo emisiones.



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