2022 es el momento para plantar cara al greenwashing en China

Desde que el presidente chino, Xi Jinping, anunciara que el mayor emisor del mundo alcanzará las cero emisiones netas en 2060, la neutralidad del carbono se ha convertido en una de las frases clave

Si China tuviera que elegir una expresión para el año para 2021, «neutralidad del carbono» debería estar en la lista de candidatas.

Desde que el presidente chino, Xi Jinping, anunciara que el mayor emisor del mundo alcanzará las cero emisiones netas en 2060, la neutralidad del carbono se ha convertido en una de las frases clave en todas las reuniones y discursos del país, ya se trate de economía, finanzas, tecnología o incluso cultura y turismo.

Todo ello demuestra una creciente conciencia climática en la sociedad china, pero al mismo tiempo está dando lugar a niveles sin precedentes de propaganda verde y greenwashing.

Tan solo en los últimos meses, al menos 10 compañías nos han hecho llegar invitaciones para visitar sus polígonos industriales «neutros en carbono» o para conocer sus productos «neutros en carbono», desde cerveza hasta camisetas.

Las invitaciones siempre van acompañadas de descripciones de las ingeniosas tecnologías utilizadas para reducir las emisiones, de gráficos que muestran la cantidad de energía o agua ahorrada y, por supuesto, de eslóganes que se hacen eco de las palabras de los altos dirigentes de Beijing. Sin embargo, a menudo carecen de la información clave: sus emisiones.

¿Cuánto dióxido de carbono se liberó al fabricar el producto? ¿Cuánto combustible se quemó para producir sus materias primas? ¿Qué tipo de programas de compensación están financiando como contrapunto? Asimismo, hay otros términos relacionados que también están adquiriendo un mayor protagonismo: «ecológico», «limpio», «verde» y «respetuoso con el medio ambiente.»

Son incluso peores, ya que, gracias a su ambigüedad, las empresas pueden engañar a los clientes, confundir al público y encubrir a industrias y empresas que siguen contaminando.

Un objetivo claro

La neutralidad del carbono no es un eslogan fascinante, sino un objetivo que requiere cálculos cuidadosos y planes de acción detallados. «Clima y neutralidad del carbono fueron las palabras más populares el pasado año», comentó Li Shuo, analista de política global de Greenpeace East Asia.

«Si bien es mejor que la gente hable del tema mucho que poco, todos tendremos que despertar pronto y darnos cuenta de que no hay tiempo para la propaganda; hay que enfrentarse a las preguntas reales y dar respuesta.» Desde la promesa climática de Xi en septiembre de 2020, son varias las compañías chinas han anunciado sus plazos para cero emisiones.

No obstante, muchas de las propuestas consisten en vagas promesas y no en medidas concretas, y algunos planes incluso van en dirección contraria del abandono de los combustibles fósiles. Sirva de ejemplo China National Offshore Oil Corp., el mayor productor de petróleo y gas offshore de China.

Para alcanzar la «neutralidad de carbono», la compañía ha prometido eliminar las emisiones de sus propias operaciones, pero no actuará sobre los gases de efecto invernadero que se liberan cuando se quema el petróleo que vende. Además, planea aumentar su producción de gas natural, que no solo emite dióxido de carbono cuando se utiliza, sino que es una fuente importante del gas metano, aún más potente, que atrapa el calor.

«Carbón limpio» es otro término que las industrias y las compañías emplean para encubrir su continua inversión en el combustible más sucio. El gobierno central ha respaldado recientemente este controvertido concepto al destinar más de 200 000 millones de yuanes (31 000 millones de dólares) a financiar proyectos de carbón limpio a tipos preferentes, en el marco de los esfuerzos del país por «promover un desarrollo verde y con bajas emisiones de carbono».

La COP26

El anuncio tuvo lugar pocos días después de que China contribuyese a liderar un esfuerzo de última hora en la cumbre climática COP26 para minar el lenguaje en torno a la eliminación gradual a escala global de la energía del carbón.

No existe ninguna norma o mecanismo nacional para verificar todas las declaraciones de neutralidad de carbono hechas por las compañías, y las instituciones que valoran los proyectos de compensación varían significativamente, comentó Qin Yan, analista principal de carbono en Refinitiv.

«Unificar el sistema de acreditación y verificación será el siguiente paso para China», dijo. «El modelo chino es descendente y se fundamenta en la normativa administrativa, mientras que en Europa hay supervisión de grupos independientes, y los medios de comunicación suelen denunciar los comportamientos de greenwashing de las empresas.»

Los medios de comunicación chinos no ayudan. En lugar de vigilar el greenwashing, muchos se han sumado a la moda de apelar ciegamente a la «neutralidad del carbono».

El mes pasado, la provincia de Shandong propuso un nuevo plan que únicamente permite a las empresas poner en marcha proyectos de altas emisiones cuando puedan demostrar que han evitado el mismo volumen de emisiones de otros proyectos, mediante mejoras tecnológicas, reducción de capacidad o cambio a energías limpias.

Aunque el requisito no reduce en absoluto las emisiones totales, varios medios interpretaron que la política exigía que «los nuevos proyectos fueran neutros en carbono.» «Los eslóganes vacíos no durarán mucho tiempo sin planes viables, y las mentiras verdes se verán pronto», ha comentado Li, de Greenpeace.

«En el momento actual, un objetivo a largo plazo fijado para décadas posteriores ya no es suficiente para complacer a la gente. Ahora, después de Glasgow, necesitamos saber cuál es el plan para los próximos tres años.» 

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