Los grandes inversores claman por el agua mientras las sequías en el Rin lastran al PIB

El bajo nivel del Rin lastra la economía alemana: su crecimiento podría caer por debajo del 1% debido a las sequías. Los grandes fondos claman para que se proteja el agua

Sequía en el Rin

Un grupo global de inversores y fondos de pensión presionarán a los principales usuarios corporativos de agua para que aborden los riesgos financieros y protejan los recursos como consecuencia de las sequías generalizadas y el clima severo de este verano.

La Iniciativa de Valoración del Financiamiento del Agua es la más reciente. Está dirigida por el grupo inversor en sostenibilidad Ceres para presionar a las corporaciones sobre temas ambientales.

Ceres confirma que los participantes incluyen 64 inversores estadounidenses e internacionales con un total de 98.000 millones de dólares en gestión, incluidos fondos de pensiones y más administradores de activos como Franklin Resources, Federated Hermes y Fidelity International.

El grupo quiere que las empresas de industrias, incluidas las de alimentos y tecnología, presten más atención al impacto que tienen sus operaciones en la calidad y disponibilidad del agua y la protección de los ecosistemas de agua dulce.

Si bien los organizadores confirmaron que querían llamar la atención sobre el tema, no establecieron muchos pasos específicos para las empresas en cartera.

Ello contrasta con algunos esfuerzos de los inversores que establecen objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero neto para 2050.

No en vano, las sequías de este año ya tienen un impacto económico evidente.

El Rin como ejemplo del lastre económico

Un barco navega por el Rin junto a partes visibles de su lecho en Bingen, Alemania, el 9 de agosto de 2022. REUTERS/Wolfgang Rattay

Y es que, aunque ya preparadas para una probable recesión y escasez de energía en invierno, las empresas alemanas se enfrentan actualmente a la falta de otro bien preciado: la lluvia.

Las semanas de temperaturas abrasadoras y las escasas precipitaciones de este verano han agotado los niveles de agua del río Rin, la arteria comercial del país.

Ello ha provocado retrasos en el transporte fluvial y multiplicando por más de cinco los costes de los fletes.

El río, que fluye desde los Alpes suizos hasta el mar del Norte a través de los principales centros industriales de Alemania, es una ruta importante para productos que van desde los cereales hasta los productos químicos y el carbón.

Los economistas estiman que la interrupción podría restar hasta medio punto porcentual al crecimiento económico general de Alemania este año.

Barcazas como el Servia, un buque de 135 metros que transporta mineral de hierro desde el puerto de Rotterdam hasta la planta de la siderúrgica de Thyssenkrupp en Duisburgo, sólo puede cargar entre el 30 y el 40 por ciento de su capacidad si no quiere correr el riesgo de encallar.

En un viaje realizado esta semana, el buque cargado con pequeños montones de mineral de hierro se arrimaba a los espigones de la orilla del río, donde el agua era más profunda.

En algunos lugares, el Rin es tan poco profundo que los barcos amarrados flotaban muy por debajo de los muelles por los que pasea la gente.

Las señales que sirven para indicar los niveles peligrosos de las aguas sobresalían del lecho del río, y las rocas quedaban al descubierto.

«Normalmente tienes más de dos metros bajo el barco, pero ahora sólo tienes 40 centímetros en algunos lugares», explica el capitán del Servia, Peter Claereboets. «Y entonces para nosotros el reto es pasar por esos puntos sin tocar, sin dañar el barco».

«Debido al bajo nivel del agua, la ruta de navegación se hace más estrecha, y en realidad empezamos a viajar como trenes, en convoy», añadió.

Otros barcos incapaces de enfrentarse a aguas poco profundas han dejado de navegar por completo.

Los cuellos de botella resultantes son otro lastre para la mayor economía de Europa, que se enfrenta a una elevada inflación, a interrupciones en la cadena de suministro y a la subida de los precios del gas tras la invasión rusa de Ucrania en febrero.

Los fletes en el Rin han subido a unos 110 euros por tonelada, frente a los 20 euros que costaba en junio una barcaza para transportar líquidos. El grupo químico BASF dijo la semana pasada que no podía descartar recortes de producción.

La agencia de calificación crediticia Moody’s señaló que el bajo caudal del Rin aumentará los costes de las empresas del sector químico, en particular las que tienen instalaciones de producción en el alto Rin, y podría llevar a recortes de la producción.

Las centrales eléctricas de carbón -que vuelven a estar de moda como alternativa al gas ruso- se enfrentan a una escasez de suministro, ya que los barcos no pueden tomar suficiente carbón.

La empresa Uniper, que acudió al Estado alemán para que la rescatara en julio tras convertirse en una de las primeras víctimas de la crisis energética, ha advertido desde entonces de posibles recortes de producción en dos de sus centrales, que representan el 4 por ciento de la capacidad de generación de electricidad de carbón de Alemania.

En el sur, Suiza va a liberar 245.000 metros cúbicos de sus reservas de petróleo para paliar las limitaciones de suministro provocadas por el bajo nivel del Rin.

El crecimiento está en riesgo

La situación ha provocado comparaciones con 2018, cuando los niveles del Rin también se desplomaron.

«Puede que no sea un error asumir en este momento que el estiaje pesará sobre el PIB entre un cuarto y medio punto porcentual», explica Jens-Oliver Niklasch, economista de LBBW.

«Creo que esta vez es más peligroso porque la situación del suministro es limitada de todos modos y las centrales eléctricas de carbón en particular, que son extremadamente importantes para generar electricidad, probablemente se verán más afectadas».

Stefan Schneider, economista de Deutsche Bank, espera que la economía alemana entre en una leve recesión a partir del tercer trimestre y que el crecimiento global en 2022 sea del 1,2 por ciento.

«Si el nivel del agua sigue bajando, el crecimiento también podría caer justo por debajo del 1 por ciento».

La magnitud del descenso del nivel del Rin se controla en un punto de estrangulamiento en Kaub, en el suroeste de Alemania, donde el miércoles alcanzó los 48 centímetros, frente a los 1,5 metros necesarios para transportar buques a plena carga.

«Si se compara con los últimos años, los niveles de agua son excepcionalmente bajos», dijo Christian Hellbach, de la Oficina de Vías Navegables y Navegación en Duisburgo.

Algunas empresas se han adaptado desde la sequía de 2018.

En una declaración enviada por correo electrónico, BASF detalla que había implementado un sistema de alerta temprana para los niveles bajos de agua y también está fletando y desarrollando buques adecuados para aguas menos profundas.

Los importadores de carbón alemanes, mientras tanto, esperan que los niveles de los ríos suban pronto para permitirles satisfacer una demanda que, a medida que la guerra en Ucrania avanza, no muestra signos de disminuir.

«Antes de la guerra, uno de cada diez barcos transportaba carbón, y desde la guerra, uno de cada cinco, probablemente más. Así que el transporte de carbón desde la guerra en Ucrania se disparó de golpe», dijo Claereboets. ● Un reportaje de Rene Wagner y Toby Sterling (Reuters) para finanzas.com

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