Los gobiernos se quedan cortos en su lucha contra el cambio climático

Un informe del Instituto de Recursos Mundiales alerta sobre la falta de ambición de los países firmantes del Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático

Pedro Sánchez en la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26)

Los planes de acción de los estados soberanos firmantes del Acuerdo de París para luchas contra el cambio climático mejoraron ostensiblemente desde la firma del famoso tratado en 2015, pero siguen a años luz de ser tan ambiciosos como se requiere para alcanzar las metas establecidas en ese momento.

Así lo apuntaba, al menos, el último informe publicado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) acerca del estado de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, o CDN, el nombre que las Naciones Unidas emplea para designar a los planes de acción climática que cada firmante del Acuerdo de París debe establecer y actualizar cada cinco años.

«Cuando se adoptó el Acuerdo de París en 2015, los cimientos estaban incompletos. Las CDN de cada país, que buscaban limitar el cambio climático a 1,5 grados, promover la adaptación y la resiliencia, y canalizar fondos hacia el desarrollo bajo en carbono, se quedaron cortas en los tres frentes», explicaban desde el WRI.

«Y de este informe se desprende que los países deben hacer mucho más para conectar sus CDN con la ejecución de acciones concretas en el campo de juego», añadían.

Una ambición que debe ser mayor porque, a pesar de reconocer que el Acuerdo de París «está aumentando la conciencia climática global, no lo está haciendo a un ritmo o escala que le permita alcanzar sus objetivos».

Una reducción insuficiente de las emisiones

De acuerdo al análisis llevado a cabo por el Instituto de Recursos Mundiales, los compromisos de lucha contra el cambio climático tienen como meta reducir las emisiones de dióxido de carbono de cara a 2030 en 5.500 millones de toneladas más de lo inicialmente previsto en 2030.

Este avance, señalaban desde el WRI, equivale casi a eliminar las emisiones anuales de Estados Unidos, y representa un 7 por ciento de reducción respecto a los niveles de 2019.

Sin embargo, afirmaba el informe, para mantener el objetivo de limitar el cambio climático a 1,5 grados, los países deben reducir sus emisiones en al menos un 43 por ciento.

«Los países han ampliado sus objetivos para abarcar más sectores y más tipos de gases de efecto invernadero», afirmó la autora principal del estudio, Taryn Fransen, en un comunicado.

Afirmación a la que agregó que «el impacto de estas mejoras en las emisiones ha sido modesto: más del 85 por ciento de la mejora ha procedido de los grandes países que han aumentado el rigor de sus objetivos existentes».

Un avance, principalmente, de los países ricos, sobre el que ya avisaron anteriormente activistas como Bill Gates, que en una entrevista reciente aseguró que no considera que se pueda lograr un cambio real de esta manera porque, al final del día, incluso si todos los países ricos redujeran sus emisiones a cero, «eso solo representaría un tercio de las emisiones globales».

Los puntos ciegos de los planes de acción contra el cambio climático

Así pues, el informe del WRI establece que, en total, 150 planes climáticos de los países analizados fijan objetivos para las energías renovables, pero solo un 51 incluyen medidas relacionadas con el consumo de combustibles fósiles, y únicamente 8 contemplan la eliminación o reducción progresiva de los combustibles fósiles.

Del mismo modo, los objetivos nacionales observados en el estudio incluyen medidas para promover la movilidad eléctrica, pero rehúyen las medidas críticas para reducir las emisiones del transporte, que representan alrededor del 37 por ciento de las emisiones humanas a nivel mundial en 2021, según la Agencia Internacional de la Energía.

«Un enfoque holístico para reducir las emisiones del transporte incluye evitar los viajes innecesarios en vehículo, cambiar a modos de viaje eficientes y mejorar la eficiencia de los vehículos y del combustible», detalló Fransen.

«El entusiasmo por la movilidad eléctrica, sin embargo, no fue acompañado por el crecimiento de otras medidas críticas relacionadas con el transporte».

Las necesidades de financiación climática de los países en desarrollo, además, son mucho mayores que los 100.000 millones de dólares anuales que los países ricos se comprometieron a darles, en una promesa que nunca se ha cumplido.

Una falta de transparencia respecto a la financiación sostenible que también se denunció en el informe, según el cual solo cerca de la mitad de las CDN de cada país informaron de las necesidades de financiación para el clima.

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