Una COP 27 «frustrante», pero necesaria en la lucha contra el cambio climático

La cumbre climática de la COP 27 cerró su edición dejando una sensación de frustración en el mercado, que ve pasar una nueva oportunidad para fijar objetivos más ambiciosos en la lucha contra el cambio climático

La COP 27 cerró su edición dejando una sensación de frustración

La cumbre internacional y anual del clima celebrada este año en Egipto, la COP 27, cerró su edición de 2022, como se diría en las crónicas futbolísticas que inundarán la prensa durante un mes de diciembre marcado por el Mundial de Catar, en la prórroga.

La COP27 tuvo que extender las conversaciones entre grandes potencias mundiales y países emergentes hasta el sábado, un día más de lo inicialmente programado.

Un tiempo añadido que fue necesario para que los portavoces reunidos en Sharm El-Sheikh pudieran llegar a un acuerdo sobre cuestiones que ocuparon los debates de las dos últimas semanas, como la forma de compensar a los países más pobres por los daños causados por el cambio climático, o la rapidez con la que el mundo debe reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero al margen de las determinaciones a las que finalmente se llegó en estas materias, la sensación generalizada del mercado al término de la cumbre destilaba una mezcla de frustración y firmeza.

Frustración porque la COP 27 volvió a ser un evento repleto de promesas, pero carente de impacto real sobre la economía y sobre la dirección sostenible del planeta.

Y firmeza porque, a pesar de esta percepción, también dejó la impresión de que con su celebración, el mundo fija su atención sobre estos temas de forma decidida, al menos durante unas semanas.

La COP 27 incurre en los mismos vicios que sus predecesoras

«Las COP se empiezan a parecer al día de la marmota. Las expectativas son altas, pasan muy pocas cosas durante los días, y luego […] independientemente de los acuerdos alcanzados durante el sábado, la sensación es que vuelve a ser una COP floja, con muy pocos resultados específicos», explicó a Social Investor Ángel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent, la consultora de impacto social empresarial.

Pérez Agenjo lamentó que, al contrario que en otras ediciones de relevancia — como fue la de París en 2015, que sirvió para marcar el objetivo de reducir el calentamiento global a un límite de 1,5 grados —, las últimas ediciones de la COP no fueron trascendentales.

Una queja que ejemplificó de forma muy clara.

Cuando se firmó el Protocolo de Montreal en 1987, expuso el experto, se fijaron unos objetivos bien definidos sobre cómo proteger la capa de ozono, «y ahí se visibilizó qué pasaba con ella, los países de todo el mundo decidieron que tenían que poner unas formas diferentes de funcionar a las empresas, y desde entonces estamos bajando un 3 por ciento la generación de ozono».

En comparación, detalló el socio director de Transcendent, debatir sobre cómo financiar a los más vulnerables se asemeja a «dar por pérdida la batalla principal».

Una resignación que entristece a Pérez Agenjo porque, en su opinión, la corriente de sostenibilidad que recorre al mundo empresarial «es imparable», pero sin compromisos firmes desde cumbres como la COP, «se pierde la oportunidad de acelerar el proceso».

Pequeñas victorias de la COP 27, que son insuficientes

A pesar de los lamentos que puedan darse por las oportunidades perdidas, la COP 27 no fue, desde luego, una pérdida de tiempo. Por el efecto de captación de atención que el evento tiene sobre el mundo, como destacó Pérez Agenjo, y porque a lo largo de sus númerosas conferencias y encuentros, se logran pequeños avances.

Miguel Setas, miembro del Consejo de Administración Ejecutivo de EDP y persona presente en la propia cumbre, por ejemplo, defendió que «todavía es pronto para saber cómo pasará a la historia esta COP 27», y celebró que, durante la misma, se pusieran en marcha iniciativas como la coalición ‘We Mean Business’, que exigió a los gobiernos que no se aparten de las políticas climáticas necesarias para contener el aumento de la temperatura global a 1,5 grados.

El ejecutivo, aun así, quiso recalcar que «la ventana de la emergencia climática se está cerrando a gran velocidad», y apuntó que «para revertir este proceso, más que nunca, necesitamos asegurar un pacto de solidaridad climática, tal y como ha defendido el secretario general de las Naciones Unidas en esta COP«.

Una alerta pese a las pequeñas conquistas logradas en la COP 27, sobre la que también incidió Marta Barahona, experta en sostenibilidad y cambio climático en Gabeiras & Asociados, que afirmó:

«Cabe resaltar como algo positivo el impulso a la creación de la Red de Santiago, algo ya acordado en la COP 25, celebrada en Madrid en 2019. Esta Red dará apoyo técnico y económico a los países en desarrollo por las pérdidas y daños derivados de la crisis climática. No obstante, todavía queda por decidir cómo se canalizarán estas aportaciones económicas y redefinir los países a los que aplica». 

Pero añadió:

«Sin embargo, atendiendo a los datos científicos disponibles, la pérdida de biodiversidad y la emergencia climática no pueden esperar, y es necesario que existan líneas de acción y medidas concretas de mayor ambición por parte de los diferentes países«.

Un gusto agridulce de la COP 27 que, posiblemente, pueda explicarse con el testimonio de Maria Teresa Zappia, responsable de sostenibilidad e impacto de Schroders Capital, tras un paso en persona por la cumbre en el que le llamó la atención «lo diferentes que son los retos a los que se enfrentan muchos mercados emergentes y frontera, en comparación con las economías más desarrolladas en lo que respecta a la crisis climática».

Un choque de realidades que obliga a negociaciones fuera de tiempo para alcanzar acuerdos como el de la compensación de las grandes potencias a los países emergentes por el impacto que tienen las emisiones de las primeras en las tierras de los segundos, y que, un año más, evita que la COP 27 sea el punto álgido para la sostenibilidad que prometía ser antes de su celebración.

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