Los fallos en criterios sociales se pagan caros

Las controversias en esta temática ponen en riesgo la reputación, ya que son las que generan más impacto mediático por sus repercusiones en el mercado laboral o en los derechos humanos

Que la COP 26 haya mantenido este año a gran parte de la industria de la inversión responsable pendiente de los compromisos medioambientales de las cotizadas, no refleja dónde está realmente el principal foco de riesgo reputacional para las empresas, porque la sensibilidad mediática se ha centrado en otros pilares.

De acuerdo con un informe de ISS titulado ‘Corporate Controversies that defined 2021‘, que analiza el volumen informativo generado por las controversias en materia ESG a lo largo de 2021, los criterios sociales han sido los reyes en materia de cobertura informativa y, por tanto, sus fallos, un importante riesgo en materia reputacional.

«Casi dos tercios de las controversias de 2021 descubiertas por el análisis de noticias de ISS ESG están relacionadas con los derechos humanos, los derechos laborales y los derechos del consumidor», señala. En segundo lugar, con un 27 por ciento, se colocarían los criterios medioambientales y en tercera posición, la gobernanza.

Las temáticas, no obstante, fueron variadas. En la primera parte del año fue especialmente significativa la proactividad mediática en temas ligados con el respeto a los derechos humanos tras el golpe de estado en Birmania.

Denuncias relacionadas con trabajos forzosos y violaciones de los derechos humanos han sido otro de los focos del año, y en ello ha jugado un papel protagonista la producción de algodón y polisilicio en la región autónoma del Xinjiang Uigur en China.

La prolongación de la pandemia de Covid-19, no obstante, también ha dado mucho protagonismo a los derechos laborales.

Los conflictos laborales, clave para la salud de ESG corporativa

Los conflictos laborales -y podemos comprobarlo en los medios españoles con la cobertura de las huelgas en Cádiz o los ERE masivos en la banca española– han sido la palabra clave que durante más tiempo se ha mantenido en la prensa durante el año. Y las grandes empresas suelen ser las principales protagonistas de estas publicaciones.

«La pandemia de COVID-19 impulsó informaciones sobre condiciones de trabajo saludables y seguras a escala mundial, implicando a empresas como Amazon.com o Apple«, señala el informe de ISS.

«Además, se ha dado una atención significativa al impacto del COVID-19 en la cadena de suministros; específicamente en el pago de salarios, las prestaciones o las indemnizaciones recibidas por los trabajadores que han sido despedidos por la pandemia», añade el informe.

Pero no todos los sectores están igual de expuestos a los riesgos reputacionales derivados de las controversias en materia ESG. Las empresas de materias primas, las energéticas y la banca fueron las que lideraron el ranking, pero con distinto peso en cada pilar. Por ejemplo, en el caso de las primeras las temáticas relacionadas con los temas sociales y los medioambientales rivalizaron en importancia.

En el caso de las entidades financieras las controversias en materia de gobernanza fueron proporcionalmente las más elevadas (véase gráfico). En el caso del sector de la alimentación y el consumo y los bienes de capital, lo social se destacó sobre el resto.

Fuente: Corporate Controversies that defined 2021, ISS ESG

Lo social, una preocupación que viene para quedarse

Más allá del impacto mediático y los riesgos para la reputación de verse envueltos en controversias sociales, esta temática está ganando mucho peso en la inversión responsable.

En el informe «La dimensión social de la inversión sostenible», presentado por Spainsif este otoño, se recoge que es un criterio que se ha ido reforzando por la pandemia de coronavirus.

«El mayor peso que han adquirido los aspectos sociales en las inversiones sostenibles en los últimos años, que se puede atribuir en gran medida a la crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19 y a una mayor concienciación y madurez del mercado ante éste y el resto de los retos ambientales, sociales y de buen gobierno», señalaba.

Con el impulso que se está dando en materia de regulación -la Unión Europea está ya trabajando en la taxonomía social– parece complicado que la atención hacia estos criterios vaya a ser una moda pasajera.

Spainsif, además de la taxonomía, cita a las Directivas de Divulgación (SFDR) y de Informes de Sostenibilidad Empresarial (CSRD) como claves para que la estandarización ayude a las empresas a interiorizarlos, y a que los inversores puedan compararlas con mayor facilidad.

«Un marco más transparente e igualitario que permita a los inversores tomar decisiones fundadas en datos homogéneos y comparables, evitando el ‘socialwashing’ y canalizando recursos hacia objetivos relacionados con los indicadores sociales», insiste la patronal de la industria de la inversión responsable en España.

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