Combustibles fósiles y ESG: la paradoja de la doble moral

Stuart Kirk, director global de inversión responsable en HSBC, fue cesado al minimizar el impacto en el mercado del cambio climático. Pero su intervención describe lo que sucede alrededor de los combustibles fósiles

El mes de mayo nos ha dado señales de que en el terreno ESG no es oro todo lo que reluce, ni para iconos de sostenibilidad como Tesla, ni para gigantes financieros como BlackRock o HSBC.

Seguramente de las tres señales, la indignación de Elon Musk volcada en las redes sociales por la salida de Tesla del índice S&P 500 ESG, una compañía clave en el desarrollo de la movilidad eléctrica, ha sido la de mayor eco mediático. Sin embargo, dejando de un lado su indignación ante la presencia entre los líderes del índice de Exxon Mobile, me parece importante recuperar un tuit donde hacía una apreciación significativa sobre los informes ESG.

Decía Elon Musk que “miden el valor en dólares de la ecuación riesgo/rendimiento. Los inversores individuales, que confían su dinero a fondos ESG, tal vez no sepan que su dinero puede usarse para comprar acciones de empresas que empeoran el cambio climático, no lo mejoran”.

Es una apreciación con fundamento y la clave para entender y relacionar lo ocurrido en Tesla, Blackrock o HSBC. La mayoría de los índices califican a las empresas como responsables desde el punto de vista de la inversión, de ahí su interés en el riesgo, y no desde un punto de vista social o ambiental.

En sí, eso no es un problema, dado que surgieron para proteger a los inversores de los riesgos asociados a factores ESG. El problema viene cuando se juega a la confusión, y, en vez de anunciarse como un fondo que analiza los riesgos ESG de cualquier actividad con el fin de mejorar su rentabilidad, se anuncian o ”venden” como fondos sostenibles. Ahí, es donde está la trampa.

Este doble juego, se evidenció en la presentación y posterior cese de Stuart Kirk, director global de inversión responsable en HSBC. En su intervención en el congreso FT Moral Money minimizó el impacto del cambio climático en el mercado, clasificando las actuales previsiones de alarmistas.

Stuark Kirk fue cesado tras minimizar el impacto del cambio climático en el mercado

En su opinión, resultaba más efectiva la adaptación que la mitigación al cambio climático, destacando que atender las demandas regulatorias y de información al respecto generaba una carga de trabajo innecesaria.

A pesar de que el CEO de HSBC, se posicionó en contra de las declaraciones, enfatizando que el banco ambiciona convertirse en la entidad líder que respalde a la economía global en su transición hacia el estándar Net Zero, la duda está servida. Y más cuando HSBC está entre en el top de entidades que más financiación han brindado a los combustibles fósiles en los seis años que han transcurrido desde la firma de París (Bloomberg).

Desafortunadamente no es un hecho aislado. Según The Banking on the Climate Caos, en ese periodo, la financiación de los combustibles fósiles por parte de los 60 mayores bancos del mundo alcanzó los 4.6 billones de dólares.

Así, 20 de los 60 mayores bancos, fundadores también de la Net-Zero Banking Alliance, financiaron proyectos de expansión de las principales petroleras y gasísticas.

¿Paradoja, postureo, doble moral?

Es un análisis y un debate que se debería tener. Especialmente cuando este doble juego se daba antes de la crisis energética desatada por la invasión de Ucrania. La Agencia Internacional de Energía declaraba en mayo de 2021 que para que el mundo alcance el cero neto para 2050, no se deberían aprobar nuevos proyectos de explotación de petróleo y gas para ser ejecutados a partir de 2021.

Un reciente informe ha mapeado las iniciativas clave de extracción de combustibles fósiles y ha identificado 425 proyectos que suponen una bomba de carbono. Es decir, que cada uno de ellos implicaría la emisión potencial de más de 1 Gigaton de CO2, en el caso de que sus reservas fuesen extraídas y quemadas al completo.

Las bombas de carbono que están operativas representan un porcentaje significativo de la extracción mundial de combustibles fósiles, pero el 40 por ciento, !aún no han comenzado la extracción!

Se están dando muchos pasos en reducir el uso de combustibles fósiles desde el frente del consumo, como buen ejemplo la alternativa sostenible promovida por Tesla, el uso de energías renovables en producción y consumo, optimización de rutas y de procesos de producción, sensibilización de los ciudadanos …  

Sin embargo, ¿qué ocurre desde el lado del abastecimiento?  Sin duda, la no activación de estas bombas sería un elemento clave para la mitigación y el cierre de la brecha entre la producción proyectada de combustibles fósiles y la producción adecuada para cumplir con el Acuerdo de París.

Desde una perspectiva científica, el petróleo y el gas, así como la industria química derivada, disponen del conocimiento para liderar la transición global hacia un mundo descarbonizado: sus químicos entienden los desafíos moleculares de capturar y secuestrar carbono y producir sustitutos limpios del petróleo y el gas, como los biocombustibles e hidrógeno verde; y sus geólogos y sismólogos están bien posicionados para descifrar el código  geotermia-energía.

¿Si se dispone del conocimiento y de la financiación por qué no hay una apuesta decidida para abandonar las energías fósiles?

En septiembre 2021 se publicó el estándar Net Zero para el gas y el petróleo, de forma que las compañías presenten datos ESG comparables y  hechos reales, en la carrera hacia las cero emisiones netas. Tendremos que esperar para ver los resultados de su aplicación en el sector.

Las petroleras planearían gastar 130 millones de dólares diarios en nuevas exploraciones

No obstante, la sombra de la duda se proyecta sobre el sector. The Guardian publicaba recientemente que las 12 mayores petroleras del mundo ya se han puesto manos a la obra para gastar, en lo que queda de década, 130 millones de dólares diarios, en nuevas explotaciones de gas y de petróleo.

Las minas de carbón y los yacimientos de petróleo y gas, especialmente del tamaño de bombas de carbono, requieren años para la planificación, las aprobaciones regulatorias y la adquisición de respaldo financiero. Se estima que para recuperar su inversión inicial se necesitan más de 10 años.

Esto quiere decir que sólo se podrán amortizar si los países fracasan en su intento de reducir de forma drástica las emisiones de carbono. Es decir, petroleras y financiadores implicados en estos proyectos parecen estar apostando en contra.

En este impulso, contra el logro de las metas de reducción de emisiones, también llama a la reflexión que, desde el inicio de la pandemia, los países del G20 han dirigido más fondos nuevos a los combustibles fósiles que a la energía limpia (The production GAP).

Entonces, ¿la apuesta por la sostenibilidad en materia de los combustibles fósiles, es apariencia o burocracia?  Estados, inversores, bancos, empresas del sector, índices ESG…parece que dan una de cal y otra de arena, incluso antes de la crisis energética derivada de la invasión de Ucrania.

¿Fue el discurso de Stuart Kirk un ejercicio de honestidad? Nos guste o no, especialmente a los que venimos trabajando desde hace años de forma convencida por la sostenibilidad, su planteamiento describe perfectamente lo que está ocurriendo entre los principales actores del sector financiero, petrolero y gasístico.

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