Airbnb señala al cambio climático como uno de sus mayores riesgos

En su salida a bolsa, explica que su negocio puede sufrir por las consecuencias de las tormentas, los huracanes o los incendios. Una advertencia extensible a todo el sector turístico

Airbnb es protagonista de la última gran salida a bolsa del año, en plena pandemia y sin saber cómo va a recuperarse la industria turística una vez se superen las consecuencias de la crisis.

Sin embargo, el coronavirus no es el único riesgo que pende no sólo sobre su negocio y sobre toda la industria turística.

El gigante estadounidense del alquiler vacacional entre particulares ha desglosado en su folleto de debut bursátil en Wall Street el impacto que el cambio climático puede tener sobre su actividad.

En el caso de Airbnb, la plataforma coloca el cambio climático entre sus principales riesgos a futuro, lo que pone de relieve cómo la cuestión medioambiental se ha convertido en una de las cuestiones que se valoran por los inversores a la hora de decantarse por una u otra cotizada.

Airbnb sitúa el riesgo medioambiental entre aquellos que escapan a su control, como puede ser, también, una pandemia, las crecientes restricciones sobre viajes e inmigración, disputas comerciales, recesiones económicas o atentados terroristas.

La asunción de riesgos del negocio es uno de los requisitos necesarios en toda oferta pública de venta (OPV) de acciones. Es el momento de avisar a los inversores, ya sean minoritarios o institucionales, de los posibles peligros que corren por invertir en la compañía en cuestión

El riesgo de lo impredecible… en el turista

“Estos eventos y su efecto son impredecibles”, indica Airbnb en el folleto remitido al regulador de la bolsa estadounidense. “Y pueden afectar dramática y repentinamente al comportamiento de nuestros consumidores y, por tanto, a la demanda de nuestra plataforma”, justifica.

Más allá de la operativa de sus clientes y el efecto adverso en su negocio, la compañía reconoce que aumentar la conciencia social sobre el impacto de los viajes aéreos en el cambio climático, así como del excesivo turismo, puede dañar al sector vacacional y, en concreto, a la demanda de los servicios de la propia plataforma estadounidense.

Y los posibles cambios de regulación

Airbnb va un paso más allá, al asumir que la situación medioambiental también conlleva cambios en las regulaciones de su actividad.

“El cambio climático y un mayor énfasis en la sostenibilidad podrían conducir a mayores esfuerzos regulatorios para abordar las emisiones de carbono de las viviendas y del sector turístico”, argumenta.

“Como resultado, los gobiernos pueden promulgar nuevas leyes y regulaciones y/o ver estas cuestiones o interpretar las regulaciones de manera diferente a como lo han hecho en el pasado”. Un cambio de perspectiva política que, de nuevo, puede tener impacto negativo sobre su negocio, el resultado de sus operaciones o su situación financiera.

Las zonas donde prevé más impacto

En cuanto a consecuencias directas del cambio climático, Airbnb cita situaciones previsiones, como pueden ser tormentas severas, huracanes, inundaciones, sequías o incendios, entre otras.

“Nuestros destinos costeros pueden experimentar un aumento en la intensidad de las tormentas”, pone como ejemplo, “o el aumento del nivel del mar, lo que puede causar daños en las propiedades de nuestros anfitriones y reducir la oferta en estas áreas”.

«Aumentar la conciencia social sobre el impacto de los viajes aéreos en el cambio climático, así como del excesivo turismo puede dañar al sector»

La compañía ahonda en este sentido. Explica que el cambio climático también puede afectar a su negocio aumentando el coste de los seguros de estas viviendas situadas en áreas geográficas donde los daños puedan ser más probables.

No sólo los seguros, también los costes en sí de los ‘anfitriones’. Es decir, los gastos en reparaciones de los propietarios de las viviendas turísticas, así como de agua o energía allí donde el cambio climático golpee con más fuerza.

Y si caen la oferta, el negocio del alquiler vacacional sufrirá. “Si no podemos proporcionar alojamientos en ciertas áreas debido al cambio climático, podemos perder tanto huéspedes como anfitriones”, resume Airbnb.

De momento, estas advertencias de la plataforma a los inversores aún no se ven reflejadas en rating ESG (Environmental, Social & Corporate Governance). Habrá que esperar para ver cómo valoran a la compañía firmas como MSCI o Sustainalytics.

También, para ver cómo evoluciona su cotización. De partida, Airbnb salta al parqué valorada en 47.000 millones de dólares, cerca de 38.000 millones de euros al cambio actual

A partir de ahora, tendrá que dar cuenta al mercado de la marcha de su negocio, de sus resultados económicos y de la evolución de sus riesgos. De entrada, 2020 no se perfila como un ejercicio positivo dado el golpe del Covid a la movilidad y a la actividad turística.

En marzo y abril, por ejemplo, ya reconoció que había registrado más cancelaciones que reservas; y un mes después anunció el recorte de una cuarta parte de su plantilla, cerca de 1.800 personas.

Y esta recta final de año no es excesivamente optimista. En su folleto al mercado reconoce el impacto de las restricciones y la caída de las reservas, sobre todo en Europa. Habrá que esperar a la vacuna y a la previsible recuperación del turismo ya de cara a 2021 para ver si su actividad remonta.

Ahora en portada