La guerra invalida los planes europeos de reducción de emisiones a corto plazo

Las nuevas medidas de Bruselas no tendrán efectos inmediatos, por lo que el volumen de emisiones a corto plazo continuará creciendo

La guerra de Ucrania no solo ha contribuido a disparar el valor de los activos más contaminantes, sino que uno de sus efectos laterales será que la ruta para reducir emisiones a corto plazo de la Unión Europea está seriamente cuestionada.

La invasión rusa ha acelerado los planes del bloque comunitario para reducir su dependencia del gas y el petróleo ruso. Precisamente, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, presentó este miércoles un plan de medidas que incluye 270.000 millones de euros en inversiones adicionales para conseguir un mayor ahorro energético y apoyar a las renovables.

Sin embargo, a corto plazo, algunos expertos dudan de la capacidad de la Unión Europea para rebajar su volumen de emisiones, Así lo apuntaba en un informe MSCI, que, no obstante, es previo a la publicación del nuevo paquete por parte de la Comisión Europea.

800 millones de toneladas más

El estudio revela que lo más probable es que se produzca un aumento a corto plazo de las emisiones globales si los países occidentales, principalmente europeos, reemplazan el suministro de gas ruso con carbón, a la vez que Rusia continúa exportando combustibles fósiles a otros países.

“Entre los muchos efectos devastadores de la guerra está el potencial de descarrilar al mundo de su camino hacia el Net zero, que ya era difícil de recorrer”, señala MSCI.

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se aceleraron en la UE en el último trimestre de 2021 hasta recuperar sus niveles previos a la pandemia de Covid-19, según informó el lunes la oficina de estadística europea, Eurostat.

En el peor de los escenarios planteados por MSCI, aquel en el que Europa ha reemplazado por completo sus importaciones de gas ruso con carbón (que no parece que sea la intención de Bruselas pero que habrá que constatar este invierno), las emisiones de dióxido de carbono (CO2) aumentarían hasta en 800 millones de toneladas más a partir de este mismo año.

“Hemos visto los efectos en lugares como la India, donde los precios más altos de la energía y la incertidumbre de la cadena de suministro han llevado a un mayor uso del carbón”, ejemplifica el informe.

El aumento de la contaminación plantea un amplio número de efectos colaterales. Por ejemplo, en el presupuesto asignado para reducir la huella de carbono, ya que un mayor número de emisiones puede significar que se supere el límite de capital asignado en inversiones para desacelerar el cambio climático.

Exceder el presupuesto contribuye, además, a dejar costes más altos para las generaciones futuras debido a los riesgos físicos que se derivarían de la crisis climática. Algo en lo que incidió recientemente el Banco de España en un nuevo avance de su informe anual.

Mantenerse dentro del mismo presupuesto para la descarbonización tampoco sería efectivo, según MSCI, al requerir “más costes de transición”.

El camino con menos costes, polémico

“El camino con menos costes, en conjunto, sería permanecer lo más cerca posible a la política climática anterior a la guerra”, señala el informe. Aunque esto requiere movilizar todas las opciones disponibles, incluyendo el uso de energías controvertidas en la transición ecológica.

Así, a la aceleración de la financiación para el desarrollo de renovables o restringir el consumo energético, dos de las soluciones que apunta MSCI, se unen medidas como la reapertura de centrales nucleares.

Los inversores, en cualquier caso, tienen un papel “clave que desempeñar para determinar el camino a seguir”. Como accionistas de empresas energéticas, por ejemplo, pueden influir en dónde se reinvierten los beneficios derivados de la crisis energética que Europa arrastra desde hace meses.

Si esto se destinara completamente a energías verdes, podría estar cerca de duplicar la tasa de inversiones en renovables, para así “equilibrar decisivamente las emisiones lejos de la dependencia prolongada de los combustibles fósiles”.

Actuar ya

Otro de los riesgos que supone la guerra para la descarbonización reside en que los Gobiernos pueden usar el conflicto como excusa para permitir cambios en sus objetivos climáticos a corto plazo.

Esto ignora, sin embargo, el “tremendo coste social para las futuras generaciones”, por lo que la mejor manera de compensar los costes de la transición energética es “hacer todo lo posible por evitar un aumento de las emisiones”. 

Aunque ello requiera considerar “opciones políticamente complicadas”. “Fundamentalmente, requiere que los propietarios y proveedores del capital no se desvíen”, explican en MSCI.

Si los inversores y las empresas aceleran sus inversiones en todas las soluciones posibles, existe “una oportunidad de volver a encaminarnos” hacia un futuro libre de emisiones. “Retrasar este esfuerzo solo lo hará más difícil más adelante”, concluye el informe.

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