El greenwashing llega al sector alimentario y la UE quiere remediarlo

La querencia del sector alimentario por promocionar sus productos de forma innovadora deja como resultado un greenwashing que la UE está dispuesta a regular

La UE quiere acabar con el 'greenwashing' del sector alimentario

La querencia del sector alimentario por promocionar sus productos de forma innovadora está dejando como resultado un ‘greenwashing’ preocupante que, tal y como anunció la Comisión Europea esta misma semana, Bruselas está dispuesta a regular.

Y es que, tal y como destacó la asociación holandesa de defensa del medio ambiente Changing Markets Foundation en un nuevo informe, «el greenwashing en el sector alimentario está fuera de control».

Una conclusión que se justificó en el hecho de que «muchas de las afirmaciones ecológicas que aparecen en las etiquetas de los alimentos y en la publicidad son exageradas o carecen de fundamento», y sobre las que la Unión Europea puso el ojo con la publicación de sus nuevas reglas para el etiquetado verde.

El problema del greenwashing dentro de la industria alimentaria

El informe publicado por la fundación Changing Markets identificó hasta 53 ejemplos de afirmaciones hechas sobre productos alimentarios que, en el esfuerzo de las marcas por promocionar sus lanzamientos, eran engañosas respecto a la huella ecológica de estos.

El análisis de la asociación, asimismo, señaló que las empresas cárnicas y lácteas eran las más destacadas en relación con el número de infracciones cometidas en este sentido.

Un hecho curioso si se tiene en cuenta que sus productos son responsables de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la alimentación, puesto que el sistema alimentario genera cada año aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales, y gran parte de ellas procedentes de la cría y alimentación del ganado.

Nusa Urbancic, la directora de campaña de Changing Markets y una de las autoras del informe, afirmó que «más del 80 por ciento de todas las afirmaciones que encontramos estaban relacionadas con el clima», y puso como ejemplo la descripción que algunas marcas hacían de sus alimentos como «neutros en carbono», o «positivos para el clima».

En sus recomendaciones, el informe sugirió prohibir «las alegaciones genéricas sobre el clima», así como aquellas que estén basadas en programas de compensación de emisiones de carbono, en vez de en las emisiones reales generadas durante la producción del mismo.

Una afirmación que hicieron, por ejemplo, desde la empresa cervecera Anheuser-Busch, que anunciaba que su cerveza Bud Light Next disponía de «certificados de neutralidad climática», basando esta afirmación en las compensaciones de carbono pagadas por la compañía, y no en sus emisiones directas.

El remedio de la UE para este problema

Ante la constatación de que estas populares afirmaciones sobre el clima y la sostenibilidad están extendidas por todo el sector alimentario, la Unión Europea anunció el 22 de marzo un nuevo marco normativo para el etiquetado y la promoción que se hace de ciertos productos.

Según las estimaciones publicadas por la Comisión Europea, alrededor del 53 por ciento de las alegaciones medioambientales de las empresas contienen información «vaga, engañosa o infundada», mientras que el 40 por ciento son «completamente infundadas».

Por ello, Bruselas anunció una propuesta de directiva sobre alegaciones ecológicas que «abordará el problema del greenwashing, atajando las falsas alegaciones medioambientales dirigidas a los consumidores, y frenando la proliferación de etiquetas ecológicas públicas y privadas».

Para ello, la normativa propuesta exigirá a los Estados miembros de la UE que garanticen «que las empresas respetan unos requisitos mínimos de justificación y comunicación cuando hagan alegaciones ecológicas voluntarias».

Un esfuerzo en el que tendrán que comprobar aspectos como los siguientes:

  • Las afirmaciones de las empresas deben estar fundamentadas «en pruebas científicas ampliamente reconocidas, que identifiquen los impactos ambientales pertinentes y las posibles compensaciones entre ellos».
  • Si los productos u organizaciones se comparan con otros productos y organizaciones, estas comparaciones deben ser justas y basarse en información y datos equivalentes.
  • No se permitirán las declaraciones o etiquetas que utilicen una puntuación agregada del impacto medioambiental global del producto sobre, por ejemplo, la biodiversidad, el clima, el consumo de agua, el suelo, etc., a menos que así lo establezca la normativa de la UE.
  • Las etiquetas ambientales deben ser transparentes, verificadas por un tercero y revisadas periódicamente.

Así pues, la Unión Europea quiere poner un coto al greenwashing dentro del sector alimentario, acabando así con el marketing engañoso, y contribuyendo a definir qué productos son realmente respetuosos con el medio ambiente.

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