Liberales, pero con un único criterio

Contemplo cabizbajos en los últimos días a mis amigos y conocidos que tenían acciones del Popular. Y no les falta[…]

Contemplo cabizbajos en los últimos días a mis amigos y conocidos que tenían acciones del Popular. Y no les falta razón para mostrar tan bajo espíritu vital. No entienden muy bien algunas cosas del rápido proceso que ha llevado a que sus acciones bancarias se hayan convertido, de un día a otro, en auténtico papel mojado sin valor alguno. Les confunde, entre otras cosas, la habilidad con la que algunas instituciones públicas sacaron el dinero de la entidad horas antes de que se produjera el colapso que permitió vender el Popular por un solo euro. Y más recientemente, no entienden la causa por la que se permitieron las operaciones a especulativas a corto cuando se sabe bien que afectan a la cotización del valor y el Popular venía siendo objeto de atención desde hace unos años por parte de este tipo de inversores. No comprenden porque se ha prohibido este mismo tipo de operaciones en el caso de Liberbank, una entidad financiera que en un solo día recuperó más de un 40 por ciento en su cotización gracias a dicha prohibición. Esos amigos y conocidos ignoran, tal vez, la complejidad humana cuando se trata de defender posiciones ideológicas. 

El liberalismo, por ejemplo, te aconseja dejar actuar al mercado en el convencimiento de que las operaciones a corto dan liquidez al mercado y permiten ampliar las estrategias. Se deja actuar al mercado porque somos dueños de prohibir este tipo de operaciones a corto, como se ha hecho en algunos países europeos, o mantenerlas, asumiendo todas las consecuencias. Lo que no tiene mucho sentido y puede resultar incomprensible es cambiar de criterio en menos de una semana y tratar de justificar tal decisión subrayando diferencias entre el caso de las acciones del Popular y las de Liberbank. No hay duda que tal cambio sobre las posiciones a corto crea, entre otras cosas, una inseguridad jurídica, por la que está más que justificado el malestar de los pequeños inversores arruinados con las acciones del Popular, entre ellos muchos trabajadores que ya no tienen acciones, pero sí el crédito que debieron suscribir para comprarlas.

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